Escritos adrenalinicos de enfebrecida imaginación

sábado, 24 de octubre de 2015

I read you.
I promised i would take care of you.
I will always be here. Near. Just a message away from you.
You should know.
I will never leave you.
It's not anger, it's disapointment.
I am just a knight, my princess.
Try it. Send your question.
Noblesse oblege.

viernes, 15 de mayo de 2015

La broma del tiempo

En la habitación del hospital se oía el respirar pesado de los dos hombres durmiendo. La llovizna golpeteaba la ventana suavemente, se olía el aroma de la tierra y pasto mojado. La noche inundaba el cuarto con oscuridad, mientras el ritmo de sus corazones disminuía dejando de latir lentamente, al mismo tiempo. Ambos exhalaban su último aliento con compasión de la naturaleza que, sin dolor, cesaba la función de sus cuerpos.
Como la lluvia afuera, las gotas del suero dejaron de caer, y quedaron suspendidas en la noción de que todo, excepto su conciencia, se había detenido. No mas sonidos, ni olores, ni luces... Solo silencio, y la idea de que los hombres estaban clinicamente muertos.
Los hombres se miraron, se saludaron por primera vez en ese encuentro post mortem, asintiendo la cabeza y mirándose a los ojos.
-Viejo amigo, hemos terminado un camino -dijo el segundo hombre, desde la cama mas alejada de la puerta.
-No recuerdo conocerte de ningún lugar, -Habló el primer hombre.
Las sombras de la habitación se agitaron, y deslizándose entre sábanas y cortinas, se agruparon en una presencia encapuchada.
-Setenta años -siseo la sombra desde todos los rincones- setenta años y aquí estamos. Lo que se ha hecho y aprendido con las vidas otorgadas.
El segundo hombre rió.
El primer hombre, rico en dinero durante su vida, no entendía por qué se reía el segundo hombre. Apenas si trajo una muda de ropa, y sus familiares molestos lo visitaban constantemente sin dejarlo descansar. El dinero era un claro problema para hacerse atender en la clínica, y por lo que había escuchado, no había herencia que dejar.
Desde la oscuridad, la voz siseante hacia ecos en sus oídos -No has hecho suficiente, no has aprendido suficiente. Te has encadenado al dinero y a sus posibilidades, y no has llevado una vida significativa. Se te otorgará otra vida.
El segundo hombre rió, entre apenado y triste.
El primero entendió allí, que sus riquezas no tenían valor, que su vida no era mas que una colección de vienes materiales, que bien podría no haber existido y el mundo no cambiaría lo que fue.
Setenta años antes, setenta años después, dos hombres en una habitación sentían la vida escaparse de sus cuerpos, mientas su sangre dejaba de circular como la lluvia dejaba de caer para flotar en ese instante despojado de tiempo.
-Viejo amigo, hemos terminado un camino -dijo el primer hombre, desde la cama mas alejada de la puerta.
-No recuerdo conocerte de ningún lugar, -fue la respuesta que recibió.
Las sombras bailaron desde las telas de la habitación, y la presencia encapuchada emergió de entre ellas.
-Setenta años -siseo la sombra desde todos los rincones- setenta años y aquí estamos. Lo que se ha hecho y aprendido con las vidas otorgadas.
El hombre rió. Había sido pobre en riquezas, pero su vida tenía mucho amor y muchas personas que lo extrañarían; aquellas que tanto lo visitaron en sus últimos días. Pero había algo en su vida que le molestaba. Recordó todos los regalos que no pudo dar, a las personas que no pudo apoyar, los gustos que no se pudo dar, las decisiones que no pudo tomar, aquellos momentos en los que el dinero le obligó a tomar un solo camino; la privación. No había herencia que dejar.
-No has hecho suficiente, no has aprendido suficiente. Te has encadenado al dinero y a sus posibilidades, y no has llevado una vida significativa. Se te otorgará otra vida.
El hombre rió, entre apenado y triste. Pero entendió.
Setenta años antes, setenta años después, el hombre dejó salir su último aliento, y vio las manecillas del reloj de su habitación perder el movimiento. 
-Setenta años- dijo el hombre- setenta años y aquí estamos. Lo que se ha hecho y aprendido con las vidas otorgadas. He vivido a pleno, sin una sola privación importante ni por dinero ni por cobardía. El amor no ha faltado en mi vida, y he tocado e inspirado la vida de todos aquellos que me lo permitieron. Sin lo que he enseñado y hecho, el mundo sería muy distinto. Tras de mí quedará una herencia de conocimientos, de ideas plantadas que darán fruto a otros grandes hombres de vida significativa.
Las luces de su dormitorio bailaron, se agitaron, se deslizaron entre las sabanas y cortinas, se agruparon en una presencia luminosa que emergió frente a él, con la mano extendida en señal de invitación. 

jueves, 29 de abril de 2010

El muelle y el barquero

Despues de 2 años, estoy muy pronto a volver.
Dejé de escribir por mucho tiempo, me perdí por mucho más. Atravecé mi infierno, y volví arrastrando las cadenas de mi condena. Pero me estoy volviendo libre, mas libre que núnca. El desierto y el frio no podran retenerme más.


Buenos dias, lector/a, espero te agraden mis burbujas. La siguiente es un fragmento de la última obra que comencé a escribir el día de hoy. Mas adelante continuaré narrandola, el título de la historia completa será (creo...) "La Joya de Sueños"

Saludos,
El lobo, El ilusionista.





El muelle y el barquero

La niebla cubría casi todo el muelle, apenas se podía ver el agua bajo las negras maderas mohosas que crujían al caminar. El lago estaba tranquilo, sin el más mínimo movimiento. Había un hombre viejo parado en la punta, vestido con un traje negro gastado observando con cierta desesperanza hacia la nada. Tenía un sombrero de copa alto entre sus manos que limpiaba desganado con sus guantes de puntas cortadas. Distraído, pasó la yema de los dedos por el barquito de metal que lo adornaba y que fue alguna vez dorado, y ahora no era más que una pieza oxidada y quebradiza. Su delgado rostro contaba ya con algunas arrugas y su cabello era completamente blanco, había perdido gran parte del que cubría su frente y se le enredaba largo en mechones casi hasta el cuello. Se colocó el sombrero y estuvo a punto de dar media vuelta cuando algo le llamó la atención, una pequeña sombra entre la niebla. Se paró completamente en el borde de las maderas, trastabilló algunas veces para no caerse al lago tratando de vislumbrar mejor el contenido del barquito a remos, y abrió bien grandes los ojos cuando vio a la pequeña dentro. Se frotaba las manos con su abrigo azul de terciopelo que la cubría hasta debajo de las rodillas. El barquito avanzó despacio hasta golpear débilmente el borde del muelle, y el hombre no dejaba de asombrarse y observar hasta el más mínimo detalle de la pequeña. Debía aparentar unos doce años, tenía el cabello largo hasta casi tocar los hombros, hermosamente desordenados y de un tono castaño apenas claro. La capucha del abrigo apenas dejaba ver unos pequeños labios preciosos y una linda nariz. Los botones del abrigo eran de color negro y los bordes estaban hechos de una piel muy suave de pelaje largo.
-¡Una Soñadora! ¡Maravilloso! Permítame introducirme, señorita, -dijo extendiéndole la mano para ayudarla a subir al muelle- Yo soy El Barquero, el recibidor de las conciencias durmientes que desean entrar a este maravilloso reino de fantasías. Espero sepa disculpar el lamentable estado del muelle, del barco, de... Hem... mi traje... la niebla... uh... el paisaje... Todo, aparentemente. -mientras se presentaba, el tono del barquero disminuía y se volvía más triste y desesperado.- Es que... bueno, hem, hemos tenido algunas complicaciones. Si, complicaciones. Hacia ya mucho "tiempo" que no recibimos nuevos soñadores. Pero en fin, aquí estas, o casi, vamos, vamos, arriba, cuidado con ese escalón, y ¡Voilá! Bienvenida, señorita, -dijo haciendo una reverencia con su sombrero- ¡Bienvenida al Mundo de los Sueños! ¡Ta-da!
La pequeña se quedo observando muda al barqueo que miraba con cara de desorientado como esperando algo y tratando de mantener la sonrisa.
-Dije: ¡Bienvenida al Mundo de los Sueños! ¡Ta-da! -Repitió el barquero, quedando otra vez mirando hacia todas partes con las manos extendidas como si intentase presentar algo que no estaba. La pequeña lo miro sonriente y aplaudió despacio una vez con cierta confusión.
-No, no, espere, déme un segundo, solo un segundo. Deje que lo intente una vez más. Este lugar ya no es lo que era. -el barquero hablaba con murmuros gruñones mientras se acomodaba el sombrero, sacudía el polvo del traje, y se ajustaba los guantes.
-Muy bien, Vamos a ver, aspiramos hondo y ¡Bienvenida al Mundo de los Sueños! ¡TA-DA!- y cuando el "da" salio de su boca un pequeño y débil cohete de chispas salió de una de sus manos, se elevó un metro en el aire, hizo un débil ¡puff! y cayo como una pequeña pirita humeante de cenizas justo en el zapato del barquero. -Demonios. Este lugar ya no es lo que era. Supongo que me tendré que conformar. De cualquier forma, bienvenida, como ya le he dicho, yo soy el introductor, el guía temprano, el Barquero para mis amigos. ¿Y tú, pequeña sonriente, quien haz de ser? ¿Hablas, verdad? Dime que hablas, me pongo nervioso cuando mantienen mucho silencio. No me gusta el silencio en las personas. Por eso hablo mucho. -El barquero hablaba veloz, casi tartamudeante, y la niña trataba de articular una palabra entre los ínfimos espacios que dejaba el hombre.
-No lo se -dijo ella con una dulce voz-
-¡Lo sabia! No sabes hablar. No te preocupes, solo asienta con la cabeza si te pregunto algo.
-¡No! Quise decir que no se mi nombre, no que no se hablar- La voz de la pequeña sonaba divertida, le causaban gracia las expresiones del barquero, pues sus extremidades delgadas y largas iban de aquí para allá constantemente imitando cada palabra.
-jeje, perdón. ¿He? ¿Cómo que no sabes tu nombre? Debes tener un nombre.
-Pues no lo se. ¿Donde estamos?
-¿No estabas escuchando cuando te dije que era el Mundo de los Sueños? Estos jóvenes de hoy en día.
-Si, pero ¿que es el Mundo de los Sueños?
-Ha, por supuesto. Es el lugar a donde se dirigen todas las conciencias cuando sueñan, cuando imaginan, cuando traspasan las barreras de la realidad. Vienen aquí a vivir sus sueños. O lo que queda de ellos.
-¿Aquí?- preguntó la niña, mirando el aspecto derruido del viejo muelle. Habían hecho algunos pasos y ahora podía ver el gran cartel que alguna vez adornó el muelle. Colgaba de un arco de metal de unos seis metros de alto, algunas de las letras habían caído hacia mucho tiempo atrás y las que quedaban, cubiertas de moho y óxido, no parecía que fuesen a durar mucho más.
-Si. Aquí. -dijo el barquero en un tono serio, la sombra de su sombrero le cubría gran parte del rostro que miraba el viejo cartel chirriante. -No fue hace mucho tiempo que esto estaba lleno de vida y colores. Los soñadores iban y venían en barcas de todas formas y tamaños, adornadas con oro, con flores, con velas de seda y no remos quebrados. Pero dejaron de venir. Este lugar calló en el olvido, como todo lo demás. El mundo cambió. Esta oscuro y frío, hay miedo y temor en los caminos. La niebla cubre el paisaje como la desesperación oculta los corazones de los soñadores. Pero no te preocupes, no es toda la tierra así. -dijo en un tono más tranquilizador.- todavía quedan muchos lugares que se resisten al reinado de la oscuridad. Ven. Tenemos que registrarte primero.
-¿Registrarme?
-Si. Una pequeña... Hu... imposición de nuestro... regente.
El barquero hizo una sonrisa claramente sarcástica y se acercó un barril lleno de tubos rojos. Tomó uno y lo guardó en uno de sus bolsillos, y a otro lo sostuvo en alto y le giró la base. Un fuego rojizo de gran luminosidad comenzó a brotar y el barquero empezó a caminar.
-Vamos pequeña, tenemos que caminar un poco para llegar a la aduana de sueños para registrarte. Mientras más temprano lleguemos, mas temprano terminaremos. Es un trámite engorroso. Aunque debería estar vacío. Espero que no demore. Odio los trámites. Odio las esperas.
Siguieron camino por un tiempo, primero por un caminito de tierra apenas marcado, luego por un sendero de piedras lisas, y luego tomaron una calle asfaltada y con veredas. La pequeña no vio nada de tránsito en ninguno de los caminos, y le llamó la atención que no hubiese más que niebla tras las rejas que se encontraban a los costados de la vereda. El barquero le dijo que hubo una época en la que todo eso eran casas, mansiones y parques, pero que ahora había desaparecido todo. Solo la niebla permanecía, impasible, espesa e inamovible.



martes, 22 de abril de 2008

Angeles de Hielo

Los Ángeles, cansados de la eternidad, tienden a caer solo para morir en la tierra.
Caminan entre los mortales, envidiando sus sentimientos. Pero no es hacia lo que sienten, sino lo que dejan de sentir los humanos.
Ellos, que alguna vez batieron sus alas llenas de fuego de su propia pasión, caminan con una pesada carga de nieve y hielo, que ya no los deja volar. Su enorme melancolía y tristeza, hacia un mundo superficial que los ignora, que ha dejado de verlos porque ya nadie cree.
Impotentes, afligidos, añorantes, depresivos, caen. Y, ¡HO! ¡Que Estruendo Maravilloso Cuando lo Hacen! ¡Ha Caído un Ángel! Observen, que enorme bola de fuego es. ¡Aléjense, pues seguramente Quema!
Y sobreviven, solo para existir sin pena, sin gloria, sintiendo la fría indiferencia de aquellos casi hermanos de la tierra. Es un dolor, algo nuevo, es lo insensible, lo indiferente, lo desapegado. Lo comparan con las temperaturas de las tierras más frías. Quema, y deja cicatrices en todo el cuerpo. No hay forma de evitarlo. Pronto su frió los deja sin llama, y solo quedará una pequeña estatua de hielo, a la vista desdeñosa de todos.
Y mueren. O creen que mueren, pero solo se convierten en uno más. Una mirada fría que agregar a los desolados paisajes sobrepoblados de vacíos.
Pasan eternidades preguntándose que fue de las almas que antes habitaban esas carcasas frías. O que ha sido de sus propias almas, que ahora encierran en si mismos, tras enormes muros gélidos. Tal vez, llegue el día en que alguien arda lo suficiente, para romper esas barreras. Tal vez, llegue alguien con alma lo suficientemente fuerte, para corroer hasta sus propias defensas heladas....

Hasta ese día, Los Ángeles, cansados de la eternidad, caerán solo para morir en la tierra, y ser humanos indiferentes.

sábado, 15 de marzo de 2008

Caida

Me metí corriendo por el oscuro callejón, esquive un charco, salte una bolsa de basura y me detuve delante de una puerta oxidada. No había luces, ni nadie que me viera, así que patee la puerta hasta abrirla. Entre apurado al primer cuarto, abrí una puerta, salte otro escritorio viejo, tenía poco tiempo y muchos obstáculos. El lugar estaba infestado de escombros, polvo y telas de araña. Otra puerta, otro cuarto, y el acceso a las escaleras bloqueado por tejidos de alambre. Partí un pedazo de madera y comencé a usarla de palanca para lograr un hueco que me dejara seguir.
-Te dije que era inevitable, Caído.- me hablaba desde el otro lado del enrejado una figura vestida completamente de traje blanco, pero yo me esforzaba en abrir el hueco y no le prestaba atención.
-¡No me importa!-Respondí gruñendo, mientras traspasaba las rejas. Los alambres sueltos me hicieron un par de cortes pero pude pasar al fin. Seguí escaleras arriba, mi respiración agitada me hacia saber que mi cuerpo estaba pronto a rendirse mientras yo leía los carteles con la numeración de los pisos. Piso 1. Todavía faltaba mucho. Piso 2. La adrenalina explotaba en mi cuerpo cada vez que pensaba que podría no alcanzarla a tiempo. Piso 3. Piso 4. Mis pulmones saltaban dentro de mi pecho, mi corazón latía a ritmos frenéticos. Piso 6. Los músculos de mis piernas ardían dolorosamente, y al llegar al octavo piso tropecé y caí al piso.
-No llegaras a tiempo. El informe dice que no puedes hacer nada.- Dijo tranquilamente la figura de blanco, parado a un costado mío, con su pelo negro perfectamente alisado como su pulcro traje.
-No… me importa... lo que digas... -Hable jadeando.
-Has perdido el juicio, Caído. Esto va más allá de las reglas.
-Hace tiempo... que no... las sigo... -Recobrando el aliento y reincorporándome, limpie el sudor de mi frente con la manga de mi campera negra y seguí. No podía darme el lujo de parar, estaba a dos pisos. Tenia que llegar. Seguí corriendo a duras penas, los últimos escalones apenas pude arrastrarme. La puerta de la azotea no tenia cerrojos, solo me desplomé sobre ella para abrirla. Y la vi.
Vestida con su pollera de jeans, su remera violeta era un descanso de color en el ambiente gris del abandonado edificio y las nubes de lluvia. Ella caminaba sobre la cornisa, tarareando una canción y cantando los coros, con sus ojos marinos tan distraídos que ni siquiera me vio. Largue a correr de nuevo, exhausto, directamente hacia ella. Trepe a golpes a la parte elevada de la terraza, y de alguna forma rasgue mi pantalón negro y me raspe la pierna hasta sangrar. Estaba apenas a unos metros de llegar a ella, me estiraba para tomar su mano antes de que cayese, pero no lo logré. Ella termino su canción, y saltó. Observe sus suaves cabellos desaparecer tras la cornisa, y sin dudarlo un segundo salte detrás. Ella caía solo a unos centímetros, y yo estiraba mis brazos, en todo lo que pensaba era en abrazarla. No me importó nada más. Sabía que con ella a mi lado, podría cambiar cualquier cosa. Cerré mis manos, y la tome. La estreche con todas mis fuerzas contra mi pecho, y notaba el tiempo enlentecerse. Los pisos desaceleraban, el rocío se volvía distinguible como las gotas de sangre de mi brazo que flotaban mas arriba. El tiempo se detuvo. Parado en medio del aire, la figura de blanco me miraba detrás de sus reflejantes anteojos negros.
-Rompiste las reglas, Caído. Ella es una suicida, no puede ser salvada. Tú, su ángel guardián deberías saberlo más que cualquiera de nosotros. Habrá consecuencias.
-Lo sé, Arcángel. Pero no puedo dejar que un alma tan sensible, tan inocente, se vaya al infierno. -Dije tranquilamente, y estire mis alas tanto como pude.- y no me importa. Si quieren mandarme en su lugar tendrán que esperar a que me muera, ahora soy humano.
-Que así sea.- Dijo la figura de blanco, que tras cubrirse completamente con sus alas, desapareció sin dejar rastro. El tiempo volvió a la normalidad, pero nosotros caíamos lentamente, mientras mis alas se deshacían en negras plumas. Me apoye sobre la pared, y deje mi cuerpo se desplomase hasta sentarme en el piso, con ella desmayada en mis brazos.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

En mi Sueño



-¡Despierta niño! ¡Oye niño, despierta! ¿Que haces ahí tumbado, con la camisa abierta de esa forma?

El joven, no tan niño, abrió los ojos despacio, tratando de recordar. Mareado y muy desorientado se acarició el pecho en el lugar que le dolía, justo donde solía estar su corazón. Cerró su camisa negra, ocultando la cicatriz, y miró hacia el cielo, de donde provenía esa extraña voz. Asomaba por sobre el horizonte el gigantesco rostro de una mujer de muchos años, de cabellos coloridamente rojizos y enrulados.

-He, disculpe, señora.-
dijo el joven-Pero yo tampoco se que estoy haciendo aquí. La tormenta de anoche me dejó algo perdido, y mi pecho me duele.

-Pues yo estoy buscando mis estrellas. Deje a Luna, la mayor y mas brillante para que las cuide, pero se escapó a perseguir el sol, y algunas estrellas se perdieron en la tormenta. ¡Deben estar desperdigadas quien sabe donde! Castigaré a Luna ni bien la vea.

-Mantendré mis ojos abiertos por sus estrellas, señora. Si encuentro alguna, ¿a donde las devuelvo?

-¡Pues al cielo, ¿a donde mas?! Diles que Noche anda buscándolas. Ten cuidado, jovencito, debo irme porque estoy cansada y ya casi llega Amanecer.
-Ho, Adiós, señora. -Dijo el joven, y luego comenzó a caminar. Con los pies agotados, siguió el extraño sendero verde por algún tiempo. "¿A donde me llevará este?", se preguntaba constantemente. No se sentía seguro en ningún lugar que no fuera su hogar, pero, ¿donde quedaba su hogar? ...
-Zzzzz... Ziento un extraño zerca, ¿Quien erez, cara de perro?- dijo una voz sibilante.
El muchacho miró sorprendido a la izquierda, a la derecha, arriba, buscando en el enorme campo verde la procedencia de tan peculiar sonido, hasta que encontró un pozo casi bajo sus pies.

-Ho, por poco caigo.
-Zi, por poco, cara de perro.-
dijo el arreglado personaje de cuerpo alargado y multicolor que salía del agujero. Con el pelo muy peinado hacia ambos lados, la sonrisa muy deslumbrante y sus ojos muy oscuros, parecía querer ocultar sus intenciones.

-¿por que me dices cara de perro?

-Velo por tu mismo, perro, mira tu reflejo en el agua.
Con desconfianza, se acercó a un charco de agua y observó entre el barro una imagen algo confusa. Primero un hocico, grande, y negro, y lleno de dientes afilados. Segundo, unos ojos tranquilos y cansinos, y al final, justo donde terminaba el reflejo, orejas peculiarmente triangulares y puntiagudas. Se apartó luego de unos minutos, casi decepcionado de si mismo.
-Azí que dime, cachorro, ¿que hacez aquí perdido?

-Estoy buscando algo.

-¿Ho, acazo no lo eztamoz todoz? -replicó rápidamente el gusano.-Dime algo máz.

-Mi hogar, creo. Pero no se donde debo ir.
-Lejoz, zeguramente. La tormenta los deja a todos muy lejoz y perdidoz, pero no a mi, no, yo tengo mi agujero. Zi el zielo ozcureze, ocultarze me funziona muy bien.
El joven lo miro extrañado. ¿Ocultarse? ¿Funcionaria ocultarse la próxima tormenta? No, había algo que no le gustaba, que no le parecía del todo correcto en tanta estabilidad.
-Pero, ¿si tu estas allí, mientras el mundo cambia, siempre en el mismo lugar, no te aburres?
-Ezo, no te intereza, cachorro.-contesto el gusano enfadado. -Ez mi forma de vivir. Hay muchaz cozaz que tampoco cambian, y no por ello son aburridaz. Mira el brillo de laz eztrellaz, ez ziempre el mizmo y nunca me canzo de verlo. Ezpecialmente la eztrella del zur, ez la maz bonita.
-Te tengo malas noticias, pues hace un momento Noche misma fue quien me dijo que la tormenta sacudió hasta las estrellas. Ni siquiera ellas son ajenas al cambio.

- ¡Ho No! Que tragedia. Debo partir ahora mizmo, la eztrella del zur podria eztar perdida! Zi cayó, debe eztar hacia el oezte.

- ¿Partir? ¿estrella? ¿Oeste?

-Ven muchacho, ven, nezezitaré de tu ayuda para encontrarla. Y tal vez zepamoz donde puede zer tu hogar.

El joven dudó, pues no creía encontrar su hogar hacia el oeste, pero viajar solo y desorientado, no puede ser mejor que viajar mal orientado y casi bien acompañado. Caminaron (o se arrastraron, dependiendo el caso) en la dirección apuntada, ambos con ojos muy abiertos, el joven perro y el gusano multicolor. No les tomó mucho tiempo divisar algo lejano, con un brillo muy deslumbrante.
-¿Crees que sea la estrella?

-No, muchacho, zze mueve demaziado. Y no ez un zolo brillo, son muchoz juntoz. ¿Que zera, que zera? Vamoz a ver.
Pronto comenzó a entender lo que el gusano le refiera, pues allí habían muchas luces pequeñas que iban y venían, danzaban y revoloteaban, todas de colores violáceos, fucsias, y rosados, pequeñas alitas juntas de a pares que parecían las flores perdidas de un jardín aéreo.
El joven se acercó, maravillado, hipnotizado, con los ojos perdidos entre tanto movimiento.
-Quieto, cachorro -Dijo el gusano enredando su brazo- Laz cozaz bellaz ziempre tienen un prezio.
Y así era, pues no tardo mucho en aparecer un extraño sujeto, muy bajito, casi del tamaño de una media de deportista. Tenia manitas como de bufandas finas, y por el hueco de arriba apenas asomaba la mitad de una extraña cabeza anaranjada, con los ojos amarillos y pequeñitos.
-No dezido zi me recuerda una jugoza naranja o un canario hambriento de mí-Susurro por lo bajo el gusano, temeroso de que si se caía la abrigada media descubriera un amenazador pico.
-¡¿Quienes son ustedes?! -dijo una voz chillona he irritada- ¡¿y que hacen entre mis mariposas?! ¡Aléjense, aléjense, shu shu! ¡Sobre todo tu, lobo, aléjate!

-Pero.. pero...

-¡Pero nada! ¡Shu, SHUUUU! ¡Vienen a robarse mis bellas mariposas! ¡Y con lo que me costo juntarlas después de la tormenta! -
gritaba la pequeña bolita de lana agitando sus manos como si fuese a asustar al no tan pequeño cachorro.

-¡vamonoz, por favor, antez de ver zu pico! -
el gusano estaba tan asustado, que se había enredado todo a lo largo del brazo del joven perro, quien permanecía sereno y valiente al refunfuñeo del enano. Le parecía entretenido semejante despliegue de actividad, y las mariposas eran mucho mas llamativas.

-Dime, ¿eres su guardián? -Preguntó curiosamente.
-¡¿Que te importa a ti?! ¡Si son mías o si las robe no es tu asunto! ¡Eres un perro! ¡¿que sabes tu de ser un guardián?! -Contestó la pequeña bolita, y no tardo mucho en darse cuenta de la trampa del lobo, quien cambió drásticamente su carita de cachorro desorientado por un amenazador gesto, mostrando los dientes, estirando hacia atrás las orejas, babeando y salivando agresivamente por carne.
-No existen mejores guardianes que los canes mismos, ¡Pajarillo ladrón! Grrrr... ¡Gruaf Gruaf! -Y ladrando y gruñendo se arrojo encima del enanillo, quien corrió y corrió, rogando no tropezar con su abrigo y que sus torpes patitas cortas le diesen suficiente carrera para librarse de la furia de semejante bestia. El lobo se detuvo a pocos metros, y lo observó alejarse y alejarse, y alejarse, hasta convertirse en un punto mas de la línea del horizonte.
-Enorme dezpliegue de valentía, joven lobo-dijo el asustado gusano, que poco a poco se desenroscaba de su brazo y tranquilizaba.
-jijiji, si, muchas gracias, joven lobo.-dijeron muchas voces en tonos dulces y melódicos.-ese pajarillo nos mantiene cautivas desde que termino la tormenta. Nuestra guardiana se perdió y todavía la estamos buscando.
-Puez nozotroz buzcamoz una eztrella, ¿han vizto alguna?
-ji ji, estrella, estrella... ¡Ha! Hemos visto algo, pero no sabemos si era una estrella. Aunque parecía serlo, era brillante y dorado. No esta muy lejos de aquí, si todos volamos.
-Disculpen, bellas señoritas, pero ¿Como pueden volar un perro y un gusano?

-Pues hagan lo mismo que cualquier ser humano, ¡Monten una nube de ilusión! Es fácil, solo súbanse.

El perro la miro extrañado, y al ver al gusano entendió lo que estaba pidiendo. El alargado amigo comenzó a mirar hacia arriba, y cerrando los ojos, concentro todas sus ilusiones en encontrar esa estrella, que tanto brillo daba todas las noches, y pronto apareció del cielo una nube con forma de oveja, con hermoso lazo rosado y pequeñas alitas como mariposas en cada pata. El joven intento he intento, se concentro todo cuanto pudo, hizo hasta fuerza, pero no logró juntar una sola ilusión.

-¿que paza, cachorro?
-Un lobo sin ilusiones, extraño eres. -Dijeron las voces dulces en tonos de canción. -Pero no te preocupes, la ilusión de tu amigo es tan fuerte, que puede llevarte a cualquier lugar.
Y acto seguido, ambos se subieron a la nube oveja, el gusano enroscado en el cuerpo del joven lobo. Volaron y volaron, entre miles de otras ilusiones extrañas que el joven miraba con melancólica, preguntándose porque no tenia él una ilusión. De entre su ensueño, diviso a lo lejos el brillo dorado que le señalaban las mariposas. Llegaron a un extraño árbol, no muy grande, pero extraño al fin. Parecía seco, y tenia forma de estrella en la punta, muy florecida, y dos ramas curvas la custodiaban, mientras que cada rama siguiente era un línea puntiaguda recta y horizontal.
-¿Es esta una estrella? -Preguntó el inexperimentado joven.
-Maz bien, parezze un árbol.
-Que extraño árbol -dijo el joven.
-No ez un árbol, ¡ez un cardo gigante! jaja, aunque extraño zi, la tormenta trae cozaz lejanaz. Pero noz zervira para dezcanzar un tiempo.
Bajo su sombra, apenas si entraban sus cabezas. Todas las mariposas se relajaron en cada rama, y volvieron colorido el seco cardo dorado, mientras los dos viajeros intentaban descansar sus agotadas piernas, pero por mas quietos que estaban, el piso no dejaba de moverse.

-¿Será por el viaje, que todavía nos sentimos extraños?

-Ezto no ez mareo de vuelo, ¡Ezto ez un terremoto! ¿Que haremoz, lobo?
-Pues, ¡veamos porque se mueve la tierra! -cantaron las mariposas, a quienes no parecía preocuparles tanto como a los dos caminantes. -¡Desde aquí vislumbramos un gigante! Debe ser él quien mueve la tierra. -Dijeron abalanzándose hacia una colinita, en la cual había un enorme hombre, vestido de elegante traje negro, con rebordes dorados, y una colorida camisa roja, que hacia juego con la cinta de su sombrero Bombin negro, y sus botas tejanas. Llevaba una bandeja en la cual posaba una pequeña casita. El lobo y el gusano pronto siguieron a las mariposas, y llegaron tambaleantes junto al gigante.
-Hu! Hola! Buenos días! -Dijo el gigante con voz alegre.-Disculpen ese último sismo, es que casi se cae una casa.
-¿Que estas haciendo moviendo casas, gigante?

-Las ordeno, obviamente. Y no a mi gusto, ¿sabes? Estoy castigado. Mi tía Tlaltecuhtli se enojó mucho porque ayer descuidé estas praderas y todos los hogares se revolvieron.

-¿Tu tía ez quien? -Preguntó el gusano, semejante nombre era muy difícil de pronunciar y debía de ser de tierras muy lejanas.
-Tlaltecuhtli. La diosa de la tierra, aquella de cuyos cabellos se hicieron los árboles, flores y yerbas, de sus ojos pozos, fuentes y cuevas, de su boca ríos y cavernas, y de su nariz valles y montañas... En fin, ella me mando a cuidar estas tierras y las descuidé. Como castigo, debo ordenar de nuevo cada casa y edifico en su lugar. Al menos son pocas. ¿Y ustedes? son un grupo peculiar. Un Joven perro, un gusano, y un montón de mariposas.

-Yo buzco una eztrella, el buzca un hogar, o ezo cree, y ellaz a zu guardián. ¿Haz vizto alguna de laz trez?
-mmm... pues, no. Las estrellas se cayeron del cielo, tu hogar no esta entre mis tierras, y no he visto a ningún guardián mas que a mi mismo.

El joven lobo y el gusano tenían expresión melancólica. Ninguno tenia la mas remota idea de donde encontrar lo que buscaban, y el joven ni siquiera tenia ilusiones.

-Ho, ¿pero porque la cara larga perro? jejej, solo una broma, a ver, déjame pensar. -
Dijo, y tras unos minutos concentrado, su rostro cambio a un gesto de idea.- Recuerdo algo que tal vez le sirva de ayuda. Hace poco vi un brillo en el cielo, el último antes de la caída de las estrellas, un poco mas hacia el oeste por donde vinieron.

-¡¿En zerio?! ¡Puez no perdamoz tiempo! Graciaz gigante, iremoz en eza direczión. -El entusiasmo del gusano era evidente, pues tenia mas ilusiones que nunca. Su nube era ahora mucho mas grande. Pero el lobo seguía con cara de preocupado, y rezagado, no pudo evitar dejarse interrogar por el gigante.
-Dime, cachorro, ¿estas seguro que estas buscando un hogar? la tormenta puede haber sacudido todo, pero tu pareces haber perdido otra cosa.
-Yo... la verdad no lo sé.
-Estas dudoso, muchacho. Ya encontraras lo que buscas. si sabes reconocerte a ti mismo.
El joven no entendió, pero le dio adiós y gracias, y se subió junto al gusano sobre la nube oveja. Otra vez, el viaje resulto en la melancólica imagen de su falta de ilusiones. Mientras el gusano y las mariposas se divertían observando las formas de las gaseosas nubes, el muchacho se quedaba cayado y sin entender demasiado. Para él, había muchas nubes, pero ninguna forma. casi triste, dejó perder su vista en algún punto lejano, tal vez allí donde alguien lo esperaba, con aquello que había perdido.

-¡Cuidado! -
Gritaron muchas voces, pero el lobo estaba tan absorto, que no escucho la advertencia, y no tubo oportunidad de evitar chocarse contra el hilo de la soga, y tras agarrar algo cayó de bruces en la tierra. El golpe fue duro, si, pero no se daño demasiado. Tardó algunos segundos en darse cuenta que estaba boca arriba, y que el bulto en sus manos se movía.
-Miiiaaaauuu.... miaaauuuu...
Una dulce gatita asomaba por entre los dobleces de un viejo pañuelo, y lamía el hocico del maltrecho joven.

-Hay.. hay... me dolió... -Dijo sentándose- ¿Estas bien gatita? Veo que si. Al menos uno de los dos.
-Oye muchacho, ¿estas bien? -Dijo la dama gorda que estaba justo frente a él. -Las caídas duelen. Yo misma me golpee anoche durante la tormenta. ¡Que caída! Y ahora no tengo idea de como volver. ¡Y que preciosa gatita tienes entre manos! Si no eres un cachorro amoroso.
El joven perro tomó unos segundos de silencio, mientras la dama hablaba, y hablaba, y hablaba, sobre como estaba tan tranquila ella anoche, y como la tormenta la sacudió a ella y a muchas de sus hermanas, y como se cayo, cuando por fin el cayó en la cuenta de quien era la dama de dorado brillante en frente suyo.

-Disculpa -Dijo el cachorro, tratando de que por un segundo la dama lo dejase hablar.-Disculpa, ¿eres una estrella? ¿Eres la estrella del sur?
-¡Pues obvio que lo soy! ¡¿Quien brilla tanto como yo, si no?!
El gusano, que no pudo evitar que su amigo cayese, se apresuro a bajar con su nube oveja, seguido de montones de mariposas, y su sorpresa fue enorme cuando por fin llegó y escuchó la conversación.
-Hooo, no puedo creerlo, erez tu. Por fin, por fin, tanto hemoz buzcado por ti.-
Dijo emocionadamente, sus ojos brillaban de alegría y sus sonrisa era aún mas grande que de costumbre.- ¡Ho! ¿Eztaz bien cachorro? -Preguntó casi avergonzado por el descuido.

-No importa, estoy bien, ¡pero la encontramos!
-¿Me han estado buscando? -Preguntó la dama gorda, con mucho orgullo.
-Ni bien noz enteramoz que habiaz dejado de brillar en el zielo, ho, prezioza eztrella. Tu brillo me ha iluminado tantaz nochez, y tantaz vezez me ha alegrado, que me preocupó el no verte maz, puez ninguna de tus hermanaz, ni ziquiera la ezcurridiza luna, ez tan hermoza como tu- Dijo el gusano, acercándose a la brillante dama.
-Hojojo, eres muy hábil, y peculiar, para un gusano. Hasta eres divertido. Muchas gracias por buscarme, estoy bien, Me agrada la tierra. Es un lugar interesante. ¡Suceden muchas cosas raras!

-Noche me pidió que le dijese que las está buscando.

-Ho, muchas gracias, muchacho. Y para ti, precioso gusano, tengo algo especial. Y sin decir mas, se acercó al gusano, y dejándose enroscar por el, le dio un beso las mejillas. -Nos volveremos a ver, encantador, ya pronto bajare a visitarte, algún día que pueda escapar de la estricta noche.- Dijo, mientras poco a poco su brillo la elevaba a su hogar.
-Se fue. -Habló el joven, con cierto dejo de desilusión. -Tanto esfuerzo que has hecho, ¿y se fue?
-Pero dijo que volvería -Contestó el gusano, sonriente de oreja a oreja, y muy alegre, pues había encontrado lo que tanto buscaba. -Y mi hogar esta justo aquí, y esta noche la veré brillar, y sabré que aunque todos la vean, ella brillará solo para mi.
Muy conmovido, el joven se hizo a un lado, y se sentó. Miró hacia el cielo, hacia donde había partido la dama, y desde donde él había caído, y diviso lejanamente, un nube que se acercaba. había sobre ella, una preciosa joven, con bellas alitas de luciérnaga sobre la espalda. Tenia el cabello de color dorado y muy bonito, y sus gestos y facciones delicadas deslumbraban tanto como todas las mariposas y estrellas juntas. sin embargo, y entre tanta belleza, su rostro estaba enojado.
-Tú, espantoso lobo, y tú, inservible gusano, ¡han sido ustedes quienes robaron mis mariposas durante la tormenta! ¡Y encima te atreviste a robar de mi propia soga, la gatita y el pañuelo que encontré después de la tormenta! Vuelvan a mi, señoritas, y dejen a estas criaturas terrestres donde pertenecen, en el barro.
-Disculpa, Hija de las Luciérnagas, -Se apresuró a decir una de las mariposas- Pero ellos no fueron. El es culpable de rescatarnos de un pillo pajarillo, y de convertirse en guardián y salvador de las mariposas.
-Solo choque contra tu soga sin querer -
Dijo agachando las orejas.

-Y él, -siguió la mariposa- puede que sea un gusano, si, pero es carismático, y ha sido el consejero de nuestro guardián, guía sabio que encontró una estrella y la devolvió al cielo para que brille donde todos la vean.
El gusano, que se sentía lleno de orgullo, pues que otro gusano era defendido por mariposas, besado por las estrellas, y reconocido como sabio, se erguía cuanto podía al lado de su amigo, quien se mantenía melancólico y con las orejas bajas, y la vista fija en la Hija de las Luciérnagas. La bella joven se tomo unos segundos para pensar, mientras su rostro cambiaba de enfadado, a indiferente, de indiferente, a sereno, de sereno, a sonriente.
-¿Han hecho tanto en tan solo lo que dura un sueño? -Tenia la misma hermosura que las mariposas en la voz, daba la impresión de que entonaba una melodía dulce mientras hablaba.
-¿Mencionamos que no le temen a los gigantes? Han hablado con el sobrino de
la Diosa de la Tierra, y ninguno lo hizo temeroso. -Dijo una de las más grandes mariposas, que revoloteaba cerca de los oídos de la bella joven.
-Entonces, deberían venir un momento conmigo. Súbanse a su nube oveja, y síganme.
Ambos volvieron a montarse en el gaseoso animal, que ahora no dejaba de balar, pues la ilusión del gusano era enorme.
Llegaron hasta una soga, la misma que había chocado el cachorro, en la que habían muchas cosas secándose, una cometa, un par de zapatos, algunas ventanas, un cometa, y muchas otras cosas, y al joven le llamó la atención una en particular. Un reloj de arena rajado, que contenía una torta de cumpleaños dentro.
-¿donde encontraste tantas cosas? -
Preguntó el joven.

-Ho, aquí, por allí, por allá, la tormenta dejó muchos escombros. Quiero darte esto a ti. Te será útil. Siempre que quieras llegar hasta las estrellas, usa un cometa.-Y en gesto de agradecimiento, le entregó al gusano el barrilete con forma de estrella fugaz.
-Ho, graziaz, prezioza Hija de laz Luziernagaz. Zeguro me zera útil.

-Y para ti, joven lobo, no se que darte. Tu camisa parece rasgada, ¿por que no buscas algo que te quede?
-En realidad, quiero esto -
Dijo tomando el reloj rajado.- Siento... siento que es mío.

La joven lo observó bien, y sin dudarlo, le desabrochó la camisa, he introdujo en un segundo el reloj que contenía una torta. La cicatriz del lobo brillo unos instantes, y luego se cerro como si fuese una herida hecha hace mucho tiempo atrás.
-Era tuyo, si, era tu corazón. Lo perdiste durante la tormenta, joven lobo.

El joven, sorprendido, ahora sentía muchísimas cosas. La Hija de las Luciérnagas tenia un brillo especial y atrayente. El gusano ya no le causaba desconfianza, si no mas bien todo lo contrario, sentía que dejaría sin dudar la vida en sus manos (o en su habilidad para enredar cosas, pues era un gusano). Las mariposas eran divertidas y graciosas, y su baile transmitía alegría. Las nubes tenían formas de muchas cosas, en todos lados veía dragones, ovejas, sapos, reyes, gigantes, casas, ¡Podía encontrar cualquier ilusión entre las nubes!
- ¿Por que era un reloj rajado, con una torta dentro?
- Carente de tiempo, tu corazón es eterno. y contiene una esencia dulce de recuerdos felices.

martes, 11 de septiembre de 2007

El Alineador


Dicen que Zarus, creador de la tierra, cansado de las arbitrarias intervenciones de sus camaradas envidiosos, cubrió el cielo de pequeñas luces que absorbían el poder de quien osara meterse con su majestuosa obra.
Descubrió, sin embargo, que a cada momento se volvía mas incontrolable, pues los humanos eran muchos, con sus destinos casi innumerables, y las estrellas se volvían en su contra.
Se dice que en algún lugar, muy muy lejano, erigió una enorme torre del más blanco marfil, en el más interminable y oscuro mar negro.
Por años, se apresuró a buscar al humano más completo de Su Creación, y le ofreció el más deseado poder: El control de la Torre.
Para ello, dividió todo lo bueno de todo lo malo, convirtiendo uno en dos, y Le dio el don de la inmortalidad, para así no deber buscarlo de nuevo.
Es bien sabido que en esa torre se encuentran todos los Hilos Dorados, que atraviesan los innumerables pisos circulares en intrincados tejidos de oro.Cada uno de ellos es atado en cada punta por uno de Los Gemelos, principio y final, nacimiento y muerte. El hilo, entonces, recorre la torre en complicadas y zigzagueantes lineas, representando cada golpe de suerte, cada tragedia, cada momento de vida de cada humano en la tierra.
Pero Zarus no estaba contento, porque sus criaturas tampoco lo eran, esclavas de las decisiones del Alineador. Se dice que él, Dios de todos, inmerso en una enorme depresión cortó su mano izquierda, con la que solía trazar los destinos, y la dejó caer a la tierra. Las estrellas pronto la deshicieron en miles de pequeñas partes, que se esparcieron como copos de nieve y llegaron a cada rincón, cueva, y hogar, y entraron en el espíritu de cada corazón latente. Ahora, cada ser tiene dentro de si el poder de cambiar su propio destino, si así lo desea.



[Imagen por Monica Almendrae, http://almendrae.blogspot.com/ ]

miércoles, 22 de agosto de 2007

Conversacion con La Guia antes de vivir



Vamos. Levantate y Anda. ¡Que te levantes he dicho! ¿a Que esperas? ¡Que te muevas! Camina de una vez, perezoso. Ya estoy vieja para esto. mmm
mmm

MMMMM
...
No, no me interesa. Muevete de una vez. Vamos. ¡Anda!
...
No, no noooo
...

... ¿Que como que no sientes los pies? mejor aun, pues no te doleran luego de caminar tanto. Apurate de una vez, que el camino es largo. ...
Mira, solo pon un pie delante del otro, asi, ¿vez? Despacio, de a poco, un pie delante del otro, delante del otro, ¡que adelante he dicho, no a un costado! Uff, eres bastante molesto, ¿he?
...
¡Por el ehter! Que te lo he dicho que no me interesa si te han pasado cosas malas ya. Sigue moviendote.... Aja ... uhm ... Uhhh... UUHHH.... Bueno, pues, si, tal vez, solo, tal vez, y lo digo porque soy una buena persona, te hayan sucedido una o dos cosas malas. hee, unas cuantas, hee, haa, ¡bueno si! ¡Cortala ya! No soy quien se encarga de las penas, eso preguntaselo al de abajo o al alineador. ...
No, es imposible volver. No te preocupes, ya no se necesitan almas para ir a la tierra. ...
¿Para que quieres tu corazón? es el mundo real, no lo necesitas, te irá mucho mejor sin el, y su peso solo te molestará todo el camino.
...
Que no lo necesitas he dicho.
...
Pues si tanto quieres a tu alma gemela no la hubieses perdido u olvidado en primer lugar. No pienso arrastrarte todo el camino de nuevo.
...
¡¿Como que nadie me lo pidió?! ¡Pues por supuesto que no! Lo estoy haciendo porque soy una buena persona, ¿o que? ¿Crees que simplemente me gusta estar aquí en el limbo arrastrando gente porque si? ... ¡Claro que es algo bueno lo que hago! Chocar la gente contra su realidad es mejor para ellos, digo, ¿quien querría caminar por la vida como un tonto, sin poder ver todo lo que hay para ello o sin saber los males aquejantes? ¿Como te cuidaras de los males si no sabes que existen?
...
Inocencia, mis polainas, camina ya.
...
Que vamos he dicho, eso es, ¿ves? , ya ni siquiera rengueas. Pronto correrás por la vida como el resto, y llegaras donde sea que te lleven.
...
......¡Iras a donde te manden y punto! No eres quien para quedarte aquí. Ahora vamos, métete dentro.
...No, no eres libre de decidir he dicho. Irás por ESE sendero, te tiraras a ESE pozo y es el fin de la discusión....Si, esta oscuro, ¿y que? ¡Que lo hagas he dicho! No me fuerces a forzarte.
...
Mira muchacho, no me interesa que tan bueno hayas sido, o quieras ser, ni que tengas tu alma perdida por ahí, gemela o lo que sea, ni tu corazón olvidado ni nada. Solo métete en ese agujero solitario y húmedo de una maldita vez. Y procura tener suerte como el resto.
...

Esta bien, esta bien, solo porque me agradas, y porque además SOY buena, cuando regrese por la próxima alma buscare las cosas que te olvidaste y las arrojare por aquí. ...
¿Y que demonios se yo donde las vas a encontrar? ¡Encárgate tu de buscarlas! Y si no, deja de preocuparte, de todas formas volverás a las cataratas de ether de las que te saque y te volveré a meter aquí y posiblemente encontraras tus cosas.

lunes, 13 de agosto de 2007

Sueños...

Gracias Niña, sabes que te aprecio un monton


Imagen por "Lilika [Hija de las Luciernagas]"

domingo, 12 de agosto de 2007

Sueños....


El joven sintió apenas el golpe en su cabeza, pero entro en la inconciencia al instante. Se encontró somnoliento, durmiendo sobre una nube azul, abrazado a una joven muy hermosa de lacios cabellos negros. La joven alzo la cabeza de su pecho para darle un beso en el cuello bajo el mentón, y luego lo observó a los ojos. -Dime, ¿que piensas? -preguntó ella con curiosidad.
-¿Como ama una mujer a un hombre?
-Ustedes nos aman con adoración enloquecida, con un maravillar idealista e inalcanzable para cualquier mortal. En cambio nosotras, simplemente... Amamos. Amamos en la medida de la pasión que ustedes nos entregan, del celestial altar en el cual ustedes nos ven. Pero es nuestro corazón el que elige liberar la jaula de nuestras pasiones y que eleva el alma de algún afortunado para que seamos dos entre las nubes. No, el amor no es igual entre nosotros. Los hombres nos aman con posesión, protección, cuidado. Y nosotras nos dejamos amar, devolviéndolo con cariño, preocupación y ternura.

jueves, 9 de agosto de 2007

EL Desierto del Ilusionista


"El Desierto del Ilusionista"
El sol calentaba el desierto de una forma insoportable. Caminó cuanto pudo, preguntándose a si mismo como había llegado allí, en que momento se había equivocado tanto. Le costaba colocar un pie delante del otro, y el calor se hacia cada vez mas intenso. Hacia ya días que caminaba sin cesar. Levanto su débil mano, y trato de acomodarse el turbante y la túnica rojas que llevaba, pero en vez de eso, terminó por desplomarse boca arriba. Observo el cielo en un estado casi inconciente. ¿Como había terminado así, solo, muriendo, sin esperanza, y encerrado en un lugar donde no importase cuanto caminase, ni en que dirección, nunca saldría? Trato de pensar en algo que le diese ánimos, pero se encontró pensando en si mismo. ¿A cuantos había ayudado él, a cuantos les había dado una razón para vivir, una esperanza, una ilusión? ¿Por cuantos habría puesto su vida sin pensarlo? Recordó un dicho de un payaso del que todos quieren reírse, del cual todos esperan que los anime, que les haga olvidar sus problemas, pero al cual nadie nunca quiso hacer reír, al cual jamás alguien le dio la dicha que él repartía. ¿Donde estaban todas esas personas que el esperaba? ¿Esperaba el, acaso, que alguien lo ayudara?
-Una nube… Por favor... una gota de agua... lo pido... quien sea.. -Murmuro sin fuerzas. Pero no hubo ni una sola respuesta, y el calor era tan fuerte que sus dedos empezaron a quemarle. Se encontró a si mismo solo. Solo. Nadie enviaría por él, nadie lo buscaría, nadie siquiera lo extrañaría. El sentimiento se hizo aún más insoportable que el calor. Sintió que algo moría dentro de si... algo que él siempre pensó que estaría con el... -¡HAAAAAAAAHAAA! - Antes de darse cuenta, ya se encontraba de pie, gritando al viento con bronca, con todo su odio, con todo su enojo. Algo había muerto dentro de él, si, pero en su lugar creció la desesperación, la soledad y la ira. El único cimiento capaz de sostenerlo, capaz de darle la energía suficiente para colocar un pie delante del otro, pasase lo que pasase. Y así comenzó a avanzar. Una y otra vez, coloco un pie delante de otro, insultando, maldiciendo, y haciendo crecer lo único que hoy podría ayudarlo. Camino. Y cuando no pudo caminar, se arrastro. Y cuando ya ni siquiera pudo arrastrarse, grito hasta quedarse sin fuerzas, pero jamás dejo de seguir. Era cierto, el desierto cambia a los hombres de una forma impensable. ¿Como se había convertido él, que era tan bueno, desinteresado, y esperanzado, en alguien con tanto odio, repulsión y desesperación? Si la vida no le otorgaba más que heridas, dolor y tristeza, él no devolvería más que caos, odio y decepción. Y Siguió. Incierto de su futuro. Lleno de odio. Sabiendo que el hombre que había ingresado al desierto, con una esperanza de amor, había muerto. Solo. Y que él odiaría por siempre al hombre que ahora habría de sobrevivir."

domingo, 29 de julio de 2007

La Lágrima Azul


"La Lágrima Azul"

En un tiempo lejano ya, existía un hada, que gustaba de revolotear por los árboles del Gran Bosque con sus alas violetas en busca de las historias de sus inamovibles habitantes de roble. Solía perderse sola en lo mas profundo y oscuro, porque sabia que allí solo encontraría un peligro: los regaños del mas antiguo de los Viejos Árboles, el Anciano Cecolla, quien pese a todos sus intentos de advertirle a la joven hada, siempre terminaba confiado de su encanto mientras comentaba alguna anécdota antigua de algún reino lejano. Cuentan que un día, el gran árbol estaba deprimido por alguna razón.
"Siéntelo pequeña hada. El bosque llora constantemente la perdida de grandes y jóvenes espíritus verdes. Los humanos han llegado, y nos han traído su destrucción con ellos. ¿no hueles el humo? pronto estarán aquí. Yo estoy encadenado al destino de mi tierra, y no pedo alejarme. Pero tu, tu cuentas con toda la libertad de tus bellas alas para cruzar ha cualquier designio. Ve, abandónanos por favor, ve con quienes perteneces, y solo por esta vez, hazme caso. Mis varios siglos de sabiduría no deberían ser ignorados." Ella corrió, voló, escapó, fue muy muy lejos, casi hacia donde terminaba el bosque, donde no habría más árboles. Pero no había ido hacia donde reposaban los suyos, si no donde se atareaban los humanos en hachar, quemar, y talar las sabidurías de los primeros habitantes del Gran Bosque. Entonces, al revolotear con miedo entre aquellos crueles personajes, entendió todas las historias del viejo sabio, quien le había dicho que no debía temer a los humanos, si no a la destrucción que causaban. Pues era cierto, ellos no tenían forma de herirla porque no podían verla, pues su corazón no era lo suficientemente puro en inocencia y bondad. Esquivo cuanto pudo de las hachas, fuegos y otros peligros, porque aunque abundaba su miedo, le interrogaba constantemente una voz de curiosidad sobre quienes eran y como detenerlos, hasta que vio una carpa muy muy muy grande y decorosa, rodeada de bellos telares de colores sedosos y suaves. La joven sintió la indomable curiosidad sugiriéndole que entrara, y escabulléndose por debajo de un lado lo hizo sin pensarlo mucho. "¿Quien es? ¿Quien anda allí? Os he dejado dicho que por favor no me molestasen mientras descanso", sonó una voz segura y varonil. La joven hada, revoloteó con su vestido rojizo entre los aposentos, y sintió la curiosidad de si ese apuesto hombre podía o no verla, así que decidió observarlo tranquilamente. El príncipe, en cambio, se sintió enormemente confundido, al ver a una increíblemente bella joven, de lacios y negros cabellos, ojos marrones como la madera de roble, y un rostro fantásticamente atrayente, que solo lo observaba con expresión curiosa. "Disculpa, bella joven, pero, ¿quien eres?" dijo el príncipe sin dudarlo un segundo "Eres demasiado hermosa para estar aquí, y que no recuerde haberte visto antes" El hada se sintió de una forma muy extraña que jamás había sentido antes: Su corazón latía fuertemente, su pecho se sentía enormemente presionado, y a cada palabra, a cada letra, a cada respiro de aquel joven tenia impulsos que lograba detener únicamente por su miedo a él. "Dime quien eres." dijo el príncipe acercándose con confianza, pues el sentía también unos impulsos que apenas podía controlar por el honor de su linaje, así como una enorme curiosidad de quien era esa joven que lo miraba remordiéndose el labio del color de las rosas que contrastaba con esa piel tan seductora. La joven, sintiendo un enorme miedo frente al avance incontenido del príncipe, expandió sus alas de pequeños matices transparentes violáceos, y escapó muy veloz de nuevo hacia el bosque... Pero el príncipe era un excelente jinete, y en poco tiempo logro encontrarla sollozando en un claro del bosque, cerca de una pequeña laguna. "¿Por que lloras? ¿Te he dicho algo malo? ¿Que he echo? ¿Porque huyes de mi de esa manera?" Dijo el apuesto joven, desmontándose de su caballo, y acercándose al hada "Porque eres tú quien destruye el Bosque, quien siembra la pena entre los árboles, quien me arrebata mi bello mundo con hachas y hogueras" Lloró la joven, dejando que su dulce voz encantara al príncipe, mientras sus lagrimas asomaban y acariciaban su suave mejilla, "¿Yo? Si, ha sido mi orden, pero no ha sido en pos de maldad. Creí que las hadas no existían, y que no habría nadie en el bosque para quejarse. Y mis ejércitos necesitan de esa madera. ¿Como podría habérseme ocurrido dañar a tan bellos seres de haberlo sabido?" "Pues tú lo harás. Destruirás el bosque, mataras a sus seres, y jamás oirás su voz, su llanto sus quejas, sus lamentos. ¿es que acaso no viven para algo mas que la destrucción? ¿Por que? ¿Por que no pueden vivir como nosotros?" Lloro la princesa hada, dejando que sus puños golpeasen el pecho del apuesto joven, mientras el la contenía con un abrazo suave y gentil, lleno de un imprudente sentimiento. "¿Que debo hacer? Mi gente no podrá vivir sin un hogar que construyamos, y la tuya tampoco lo hará sin un hogar al que no talemos." Su voz sonaba como el noble y justo monarca que su espíritu le dictaba que fuera. Sintiendo una vez más el corazón puro del joven latir cerca del suyo propio, la princesa hada se sintió irremediablemente avergonzada y en pánico al terminar de besarlo en los labios, y otra vez se dejo escapar con sus alas a través del Gran Bosque hacia el lugar mas antiguo. "Escúchame Anciano Cecolla, necesito de tu sabiduría." Se acurruco entre las enormes raíces y entre sollozos y excitaciones, entre temores y sentimientos, le contó todo lo sucedido. El anciano, como siempre lento y eterno, se tomo su tiempo para dar la respuesta adecuada. "Pensé que te había dicho, pequeña hada, que te fueras al otro lado. Pero veo que tu imprudencia ha ido realmente lejos esta vez. No puedes hacer nada al respecto. es el orden natural de las cosas. Yo no puedo morir mientras el bosque me alimente, mientras continué aquí. Tu lo harás en algún momento, envejecerás y luego tu vida terminara para empezar un nuevo ciclo. Como cada bellota que cae de nuestras ramas, tu alma morirá, pero renacerá en alguna preciosa flor que continuara el ciclo. Así también la del príncipe, y yo estaría aquí siempre, eternamente, si la naturaleza nunca hubiese dispuesto a los humanos con la necesidad a la que le servimos. Así, el debe recomenzar mi ciclo. Pero el descuido de los humanos escapa las leyes naturales, y no se dan cuenta de lo que hacen, y del desorden en que lo hacen." La princesa lo oyó y tranquilamente recordó todas las historias del viejo sabio, todas las ideas que le había transmitido desde su uso de razón y todo lo que debía hacer. Voló muy triste y con cierta melancolía, hacia el lugar donde había huido del príncipe, a quien encontró mirando el claro con indecisión he indignación. "Lo siento (dijo la princesa) pero me he asustado sin razón de ti", y una vez mas se unió a sus brazos fuertes y seguros, donde tendría el valor de hacer lo debido."Debes tallar únicamente los árboles mas viejos, pues su madera es inmensamente mejor que la que encuentras en aquellos mas jóvenes" La princesa se sentía confundida, pues dictar lo que la naturaleza no podía hacer le parecía dar la sentencia de muerte, aún cuando a los viejos árboles les agradara la idea de renovar el ciclo y volver a ser jóvenes. Ella sabia lo que diría el gran anciano: "Cuando muera, pídeles que planten mis semillas, así mi sabiduría vuelve a nacer con migo, aun cuando se reparta en varias encarnaciones" El príncipe solo pudo decir una frase a semejante despliegue de sabiduría: "Bien, si ese es el deseo de la mujer a la que amo, que así sea hecho." Y sin dudarlo, beso a la princesa hada con toda la pasión que albergaba, mientras ella soltaba lagrimas,
Lagrimas felices por estar con el amor de su vida,

Lagrimas tristes por que este cambió su mundo,

Lagrimas inciertas como su futuro,

Lagrimas azules que anunciaban que pronto seria reina junto al amor de su vida



Dibujo de
Lilika [Winter Vixen], http://www.lottostudio.blogspot.com (Gracias Hija de las Luciernagas!!!)

Nubes Rojas



"Nubes Rojas"

Observé tranquilamente la tarde, como se iba Día. Me sentía mal, pues una vez más, El Señor Sol se ocultaba detrás de Horizonte, y en cuanto apareciera la Señora Noche, me sentiría frió y solo. Vagué por el camino de Tiempo, pues él siempre se encontraba ocupado y no me molestaría hoy, hasta que tuve una idea maravillosa. Arriesgado, pero inteligente, con muchas posibilidades de fallar, pero decidido a obtener lo que yo amaba, me escabullí de Mala Suerte un rato, sabiendo que ella me buscaría en el lugar equivocado (pues hoy no saldría a verla), y emprendí mi búsqueda. Vagué otro tanto hasta que El Tiempo me trajo la luz nocturna, a la Señora Noche.
-Disculpa,... Disculpa... ¡Disculpa!- Grite hasta que la anciana me escuchó por fin.
-Ho! perdona, joven, es que estaba mirando hacia el oeste. ¿Hace ya mucho que se ha ido? ¿Crees que lo alcanzaré hoy?
-Pues, si... hace bastante ya hoy. Tal vez si espera lo suficiente lo vea junto a Amanecer. Siempre aparecen juntos.
-El Tiempo me apura joven, ya sabe como es él de malhumorado cuando las cosas se retrasan... tal vez mañana...
-Señora Noche, ¿podría pedirle un favor?
-Dígame Luna, joven. ¿Que es lo que deseas?
- ¿Podría pedirle prestado dos Estrellas? Tengo una idea... y quisiera su ayuda. -¡¿Dos Estrellas?! ¿Muchos buscan su vida entera una sola y tú quieres dos? No puedo hacer eso joven. -Por favor... solo será un momento. No es para mí, es para hacer la imagen más bella. -Pues tu tristeza me conmueve algo... y siempre te veo tan solo y melancólico.. UF! Se que lo dices con franqueza, así que solo esta vez te ayudare. Pero deberás decirme que quieres hacer con ellas. -Pues bien... -luego de contarle mi plan, Luna se sintió tan conmovida, que decidió darme sus dos mejores y más brillantes estrellas.
-¿Y crees que funcionara? -Tengo que intentarlo.
Caminé un poco más lejos entre los senderos de Tiempo, hasta que llego Amanecer, y procedí a pedirle a él la siguiente pieza para mi plan.
-¿Mis nubes rojas? ¿Porque mis nubes rojas? ¿Sabes acaso lo que me cuesta cultivarlas? No son para cualquiera sabes.. -dijo con cierto tono inquisidor.-¿Y para que las querrías de todas formas?
Le comente varias veces mi plan hasta que el muy testarudo lo entendió.
-JA! Te daré las nubes que necesitas. Pero no te servirán de nada, ¿sabes? Mala Suerte no se descuida fácilmente, especialmente contigo. Siempre te está vigilando.
Con ambas estrellas y un puñado de nubes rojas en mi bolsillo, me dedique a caminar un poco más hasta encontrarme con el Señor Sol.
-Hola Señor Día, ¿como se encuentra hoy? Luna lo anduvo buscando toda la noche, y espera verlo mañana junto a Amanecer.
-¡¿En serio?! ¿Ella me ha estado buscándome? ¡Ho Dios! Tendré que vestirme bien de mañana. Aunque no se porque lo hago. Si ella no se interesa por mí, y siempre pasan días enteros hasta que se decide a verme. Vale, si desconfío que realmente me quiera.-Dijo ruborizado con mucho preocupación.
-Oye tranquilo, no hace falta tanto alboroto, que estamos con Invierno y no nos hará falta calor hasta que Primavera decida venir. Créeme, ella si te quiere, es solo que ella se ocupa de cuidar la noche y las estrellas, y no puede escaparse mucho de Tiempo. Pero ella siempre hace el esfuerzo de adelantársele para poder llegara al Día antes y pasarlo contigo.
-Vaya muchacho… que me has abierto los ojos. Tenéis razón, ella siempre esta escapando de él, no de mi... Muchas gracias. ¿Puedo hacer algo por ti en regreso?
-Quería pedirte por favor, tu más calido y acogedor rayo de sol, solo por unos minutos, para... -Y cuando termine de contarle mi plan, Sol rió fuertemente y me dijo:
-Vale. Tu también tienes problemas, ¿ha? Bien, te lo daré, pero solo porque es invierno y no lo uso mucho.
-Muchísimas Gracias señor...
Y partí. Con el cálido rayo de sol, ambas estrellas y un puñado de nubes rojas. Busqué durante unos minutos a Viento, pues el siempre anda detrás de Brisa y estaba seguro que me ayudaría sin problemas.
-Hey, necesito que moldees esto con la forma de mi amada, ¿puedes hacerlo?
-JA! por supuesto, Sabes que el poderoso Viento puede hacerlo todo. ¿Haz visto a Brisa? La estuve siguiendo hasta hace unos momentos, pero se ha escondido de mi. Ella es tan... tan... ¡Dios! Es lo mejor que he visto. -Dijo con ojos lujuriosos y comenzó a trabajar. Tomo las más bellas estrellas para crear los ojos de mi amada, tomo las nubes he imitó su hermosa piel, sus suaves cabellos y su curva y atractiva figura. Y con el acogedor rayo de sol, le dio calidez a su piel, a su voz y a su dulce rostro.
-Muy bien, ahora ve, poderoso y veloz viento, y distrae a Mala Suerte, que no quiero que me alcance hoy.
Dicho y hecho, Viento corrió como el mejor. Y yo corrí hacia ella, que observándolo a él con obligación, yo se que en realidad espiaba hacia mi con cariño. Y deje que me observara entre las nubes, escondida en cielo, casi inalcanzable para mí. Pero hoy no, hoy bastara mi sola mirada para decirle a ella cuanto la amo. Y sé que vendrá hacia mi.

martes, 17 de julio de 2007

Capitulo 3 "Ojos Verdes"

"Ojos Verdes"

-Le disparaste.-
Su voz suena tan tranquila, y yo estoy tan asustada. No se que hacer, estoy... estoy tan confundida. Su abrazo es tan firme, él nunca fue fuerte, ni es muy grande, pero su hombro esta a la altura exacta en la que puedo reposar mi cabeza sobre el, y sus brazos me sostienen con tanta seguridad, que siento que nada ni nadie puede alcanzarme. Miro por un segundo su distante rostro, tratando de descifrar que esconde tras esos anteojos y ese uniforme de conductor, pero me desvio, temerosa de encontrar la respuesta que deseo.

-Esta bien. Yo te cuidaré. No te preocupes. -Atónita, escucho su respuesta y apenas si me contengo. Todo en él me trae confianza, la tranquilidad de su voz, la mirada paciente a través de sus anteojos, el perfume que siento mientras hundo mi nariz en su cuello, aguantando el llanto, escuchando su corazón latir cerca de mis manos entrelazadas sobre su pecho.
-Ahora, dime que pasó. Por favor.
Me tomo unos instantes, escondiendo mi cara en su hombro, no quiero verlo a los ojos, y sentir ese deseo, ni saber lo que piensa. Empiezo a hablar entre sollozos, algunas veces murmurando, otras veces acelerando histericamente.
"Fui al despacho de mi padre. Nunca pensé.. nunca pensé que él... Entré en su oficina, y traté de esperarlo sentada, pero estaba muy alterada. Y él... entró desesperado, lleno de pánico y nervios, murmurando cosas incomprensibles. Traté de preguntarle que sucedía, contarle que me había pasado, pero él, él me no escuchaba. Él solo quería salir de ahí. Revisó los cajones de su escritorio, de forma tan desenfrenada que al no encontrarla los arrojaba... Revolvió los papeles, las carpetas, las fotos, todo, una y otra vez en el piso, hasta que un momento la encontró, y se quedo quieto, mirándome. Arrodillado sobre una pila de papeles, con esa... esa... mirada, llena de arrepentimiento, de nervios, de pecado... Yo... no sabia que hacer... él.. temblaba mientras la sostenía, su caja de habanos... Dijo..."Lo siento, no quise, realmente no quise. Pero, así fue. Tuve que hacerlo. No me quedó opción."
Entonces él entro, con su rabia imparable, su sed de venganza. Jamas había visto a nadie así... yo no entendía.. no entiendo... que sucedió.. porque lo hizo... Entró, apuntando su arma, hablándole a mi padre...Nunca me sentí tan asustada...
-¿Crees que puedes traicionarme de esa forma? -Su voz sonaba tan fuerte, tan grave, casi como si gritara.
-¡No! nunca quise... no tuve opción, yo debía... ellos.. solo.. Dios, lo siento tanto... -El débil balbuceo nervioso de mi padre no serviría de nada. Ese hombre se había convertido en un demonio sediento de muerte.
-Muere.-Fue todo lo que dijo. Era... era como una niebla densa, tan.... oscuro, y tranquilo. Él.. él iba a matarlo.. sentí... pánico.. tenia que hacer algo.. Tomé el perchero y lo golpee en la cabeza con todas mis fuerzas... ¿Que podía hacer? Era mi padre! Aproveché el momento de confusión, tome el brazo de mi padre y salí corriendo. Estaba tan preocupada por él, estaba tan viejo. Apenas si llegamos al elevador del pasillo y el ya jadeaba, con la vista fija en la cajita de madera que sostenía con sus inseguras manos.
Entonces.. entonces él... me empujó dentro del ascensor.
-Perdón... Perdón... pero debes huir... ahora.. dejame aquí... no importa.. vete...
Y lo vi... parado allí.. con la mirada tan triste, y arrepentida. Y me di cuenta, sentí que el iba a...Las puertas se cerraron. Me sentí desesperada, allí, arrojada sobre el piso del ascensor. al lado mio.. la caja.. la caja estaba conmigo. Yo sabia lo que papá guardaba allí, nunca me gustó. La tomé... y presione el botón para abrir las puertas, tomaron una eternidad para abrirse. No creía lo que estaba haciendo.. lo que estaba apunto de hacer... Apunté con el arma de papá hacia adelante. Estaba temblando de miedo. Cuando por fin se abrieron, lo vi en piso, de espaldas a mi, temeroso, pero todavía con vida. Pude observar cuan nervioso estaba por el cuello de su saco mojado en sudor. Tenia la mano levantada intentando protegerse, pero el otro... estaba encima, apuntandole, golpeándolo... Yo... vi... vi... la sangre y... me quedé quieta.. mirándolo a los ojos.. sus ojos.. llenos de dolor, de furia. Y él... debió haber visto el arma de papá en mis manos, y reaccionó. Intento dispararme pero yo... me entró pánico.. hizo un movimiento brusco y yo... disparé primero. Empezó a brotar sangre, y mi visión comenzo a desenfocarse.. se torno difusa, borrosa... Algo.. caí de nuevo en el elevador, enferma, mareada, a punto de desmayarme... no podía creerlo, era la segunda vez que debía dispararle a alguien..."
-Oí un grito... -Los pelos se erizan de solo recordar ese momento, y me invade la tristesa. Si no estuviese abrazada a sus reconfortantes brazos, romperia en llanto. -Oí un grito de mi padre. Y dos disparos más. Cuando el elevador se detuvo en planta baja, no supe que hacer. Corrí, corrí lejos. ¡Lo abandoné! ¡Lo dejé allí, a merced de ese.. ese.. asesino..!
-Esta bien. No te preocupes. No tuviste opción.- dice él, mirándome a los ojos, a mis verdes ojos, llenos de lágrimas, inundados de pena y tristeza, y acaricia mis cabellos, tratando de calmarme. -Ya está hecho. Estas segura aquí, conmigo. Solo... descansa. Te sacaré de aquí, te llevaré donde sea seguro.
Apenas puedo creer cuanto me atrae. Él, siempre tan amable, tan educado, sus manos siempre conduciendo el auto de papá, siempre llevándome a lugares seguros. Su dulce voz, su silenciosa y tranquila compañía, su rostro sereno y atractivo, tan cerca.. tan cerca al mio... sus labios... solo a unos pocos centímetros... Mis manos sobre su pecho sienten su corazón, por primera vez acelerado, mientras nuestros sentimientos se unen liberando pasiones. Cuando él termina de besarme, mi pena es tanta que las lágrimas brotan sin control, y mi sollozo se convierte en llanto. No necesito verlo, para saber que su mirada esta baja, para notar la tristeza de sus pensamientos. Por alguna extraña razón, ya no me preocupa nada. Solo me dejo llevar, ardiendo a cada beso, cada caricia, cada mirada suya, dejando pasar la noche en bajo el entumecimiento de mi apetito por su amor, satisfaciendo cada delirio de mi alma, supliendo mi sufrimiento con la felicidad que me otorga.

Despertamos en la mañana, la habitación del hotel esta azul por el tardío amanecer, y una espesa niebla cubre cada rincón visible de la ventana. El me acaricia, y se viste en silencio. Un minuto mas tarde, hago lo mismo. Cuando termino de arreglarme, lo encuentro sentado en la cama, con la mirada fija en una cajita de madera, perfectamente decorada, con la tapa de dorados rebordes abierta.
-Deja esa arma, y huye conmigo. Por favor... -digo, y cierro la cajita mientras lo beso despacio, pero él... esta diferente.
Sin una palabra, bajamos a la puerta del hotel. El abre la puerta de un taxi, y me dice algo al oído.
-Sube. Toma un tren, yo te seguiré luego. Te quiero, pero debo arreglar algunas cosas si queremos huir.
Su mirada... es tan igual a la de mi padre, en el ascensor. Esa mirada apenada, triste, casi arrepentida. El taxi se aleja, adentrandose en la niebla. Y yo solo puedo mirar atrás, preguntándome si lo volveré a ver, deseando decirle que lo quiero, que vuelva a mi. Lo veo desaparecer entre la niebla, escondiendo algo. ¿Habré llegado a tiempo esta mañana, para impedir que tomara su arma? Una lagrima asoma por mi mejilla, mientras yo ruego que el destino no lo encuentre, ese triste destino de aquellos que se sacrifican para proteger a alguien.

sábado, 14 de julio de 2007

Capítulo 2 "Memoria de Traición"

"Memoria de Traición"

El mareo es tan grande que apenas me percato de estar sentado. No puedo ver bien, ¿Donde deje mis anteojos? tal vez en suelo... Aquí están, al lado del freno. Hay vidrios rotos por doquier, y ¿esto es un volante? Debo haber chocado por esta densa niebla. Todo el cuerpo me duele, y tengo la senasación de que mi cabeza se comprime. Todavía corre adrenalina por mis venas, puedo sentirlo, mis manos tiemblan nerviosamente mientras trato de colocarme los anteojos. La puerta del auto se abre facilmente, y tan pronto como coloco un pie fuera del vehículo, me doy cuenta de que no llegaré lejos, no con esta herida de bala en mi pierna... un momento... ¿me dispararon? ¿Quien? ¿Cuando? Me levanto, sosteniéndome con mi mano sobre la puerta. Algo esta mal. Estoy aterrorizado, quiero largar a correr, pero.. hay algo... que me retiene, algo más que el malestar en mi mente y el zumbido en mis oídos. Debo hacer algo, detener a alguien. ¿A Quien? ¿Por qué? Miles de preguntas surcan mi mente a punto de estallar, y lo único que puedo pensar es en esos atrapantes ojos verdes... ¿A quien pertenecen? A ella... Si.. la recuerdo bien, es tan hermosa. Recuerdo... recuerdo su bello rostro, ¿arrepentido?, no, apenado, la culpa no era suya. Tengo que impedir que él... ¡Eso es! Mi arma, ¿donde la habré perdido? No esta en el piso, por mas que revuelva los cristales rotos, ni en el asiento trasero. ¿Donde esta? ¡La necesito! ¿Donde esta? ¡En mi abrigo! En el bolsillo... La fría piesa de metal negro esta demasiado liviana, aún para lo pequeña que es. Chequeando el cargador solo quedan dos balas. ¡Maldición! ¿Por qué parece estar todo en mi contra? Es el precio de mi traición... No importa, necesito encontrarlo, necesito detenerlo. Pero, ¿Donde estoy? ¡Maldita Niebla! No puedo ver nada. Debo hacer memoria, rastrear mis pasos, tal vez así... Recuerdo... Recuerdo la puerta del hotel, recuerdo subirla a un taxi y despedirla, sus tristes ojos verdes, la lágrima en su mejilla, la manera en que su mirada me dijo "lo siento, vuelve a mi por favor", sin mencionar un sola palabra. Ella desapareció en la neblina mirando hacia atrás, sin saber que yo tenia un arma escondida bajo mi abrigo, y que tal vez no pueda volver a verla. Tal vez sin saberlo, pero sintiéndolo. Me quedé en la puerta del hotel, dentro de mi auto, nervioso. Yo debía disparar primero, debía aprovecharme de su indecisión...

¿Que pasó después? Comienzo a caminar, renguenado, tratando de sostener mi pierna, mirando a través de mis rajados anteojos hacia la callejuela tratando de ubicarme, pero la niebla azul es demasiado densa.
¿Que pasó después? Él entró al hotel, y yo me bajé rápidamente del auto a esperarlo a que salga. Sostenía mi arma en la mano, el arma que él me había regalado hace un tiempo ya. Tenía que convencerlo de que desistiera, de que esto no tenia sentido. De otra forma...
Salió del hotel, usaba un traje gris y sombrero acorde que aunque escondían sus ojos, yo sabia que me observaba con rabia. Pasamos un par de minutos en un aura tensa, hasta que por fin hablé.
-Detente.
-No me traiciones. No ahora. -dijo lentamente, con su voz autoritaria, ronca y feroz.
-Por Favor, hazlo. No tiene importancia ya, ella huyó. No quiero..
-No quieres ¡¿Que?! Le advertiste, me traicionaste.
Yo.. titubié.. no pude.. no pude dispararle bien... Simplemente saque el arma, cerré los ojos, y apreté el gatillo... una y otra vez.... ¿Como pude hacerlo? ¿Como pude dispararle? Aún si se había convertido en un demonio de venganza, él había sido mi amigo. Los sonidos de ambas armas sonaron uno tras otro como gritos desgarradores. ¿Como pude traicionarlo a muerte, a él, a quien me había dado su sangre? Sentí un dolor punsante en mi pierna, y la calides de mi sangre fluyendo hacia mi pie. Abrí mis ojos y vi mi arma humeante, distorsionada por la adrenalina que llenaba mi cuerpo, y por el nervioso temblequeo de mis manos, y corrí. Lo abandoné. Subí como pude al auto, y perdí valiosos minutos en estado de shock, con ambas manos en el volante, antes de darme cuenta que debía encenderlo y salir de allí. Con pánico, me concentre en tomar las llaves y girarlas hasta que encendiera. El rugido del motor se volvió sordo y uniforme, mientras yo me percataba de que él pasaba a mi lado en su auto. Solo pude pensar que el estaba tras ella. Pise el acelerador. Todo se volvió tan confuso. Yo solo trataba de golpear su auto, sin importarme quien o que se atravezase en el camino. Pero no podía ver nada, la velocidad, la adrenalina, mi imperfecta visión. Pasamos tantas calles, tantas curvas, esquinas.... Recuerdo un instante, donde todo pareció congelarse, cuando por fin pude chocarlo de costado, y la forma en que me miraba. Había rabia en sus ojos, rabia hacia mi, hacia el traidor. Si tan solo hubiese podido decirle cuanto lo sentía... Pero el debía ser detenido. Y así fue... Lo avente contra la vereda, hasta que ya no lo vi a mi lado, y luego... choqué.
Ahora lo recuerdo. debe estar por aquí, en algún lado, buscándome. Él no lo sabe, no sabe donde esta ella. Ya casi amanace, y esta niebla no se dispersa, igual que mi dolor. Mi pierna ha sangrado mucho, y no puedo evitarlo, no sin soltar mi arma, y la necesito si quiero detenerlo. Solo me resta esperar, sobre este puente, apoyado en este farol, a que él me encuentre. Y espero ser yo, quien dispare primero.
Triste destino, el de aquellos que pagan por su traición. Triste destino el de aquellos que traicionan, aún por amor.