Escritos adrenalinicos de enfebrecida imaginación

sábado, 24 de octubre de 2015

I read you.
I promised i would take care of you.
I will always be here. Near. Just a message away from you.
You should know.
I will never leave you.
It's not anger, it's disapointment.
I am just a knight, my princess.
Try it. Send your question.
Noblesse oblege.

viernes, 15 de mayo de 2015

La broma del tiempo

En la habitación del hospital se oía el respirar pesado de los dos hombres durmiendo. La llovizna golpeteaba la ventana suavemente, se olía el aroma de la tierra y pasto mojado. La noche inundaba el cuarto con oscuridad, mientras el ritmo de sus corazones disminuía dejando de latir lentamente, al mismo tiempo. Ambos exhalaban su último aliento con compasión de la naturaleza que, sin dolor, cesaba la función de sus cuerpos.
Como la lluvia afuera, las gotas del suero dejaron de caer, y quedaron suspendidas en la noción de que todo, excepto su conciencia, se había detenido. No mas sonidos, ni olores, ni luces... Solo silencio, y la idea de que los hombres estaban clinicamente muertos.
Los hombres se miraron, se saludaron por primera vez en ese encuentro post mortem, asintiendo la cabeza y mirándose a los ojos.
-Viejo amigo, hemos terminado un camino -dijo el segundo hombre, desde la cama mas alejada de la puerta.
-No recuerdo conocerte de ningún lugar, -Habló el primer hombre.
Las sombras de la habitación se agitaron, y deslizándose entre sábanas y cortinas, se agruparon en una presencia encapuchada.
-Setenta años -siseo la sombra desde todos los rincones- setenta años y aquí estamos. Lo que se ha hecho y aprendido con las vidas otorgadas.
El segundo hombre rió.
El primer hombre, rico en dinero durante su vida, no entendía por qué se reía el segundo hombre. Apenas si trajo una muda de ropa, y sus familiares molestos lo visitaban constantemente sin dejarlo descansar. El dinero era un claro problema para hacerse atender en la clínica, y por lo que había escuchado, no había herencia que dejar.
Desde la oscuridad, la voz siseante hacia ecos en sus oídos -No has hecho suficiente, no has aprendido suficiente. Te has encadenado al dinero y a sus posibilidades, y no has llevado una vida significativa. Se te otorgará otra vida.
El segundo hombre rió, entre apenado y triste.
El primero entendió allí, que sus riquezas no tenían valor, que su vida no era mas que una colección de vienes materiales, que bien podría no haber existido y el mundo no cambiaría lo que fue.
Setenta años antes, setenta años después, dos hombres en una habitación sentían la vida escaparse de sus cuerpos, mientas su sangre dejaba de circular como la lluvia dejaba de caer para flotar en ese instante despojado de tiempo.
-Viejo amigo, hemos terminado un camino -dijo el primer hombre, desde la cama mas alejada de la puerta.
-No recuerdo conocerte de ningún lugar, -fue la respuesta que recibió.
Las sombras bailaron desde las telas de la habitación, y la presencia encapuchada emergió de entre ellas.
-Setenta años -siseo la sombra desde todos los rincones- setenta años y aquí estamos. Lo que se ha hecho y aprendido con las vidas otorgadas.
El hombre rió. Había sido pobre en riquezas, pero su vida tenía mucho amor y muchas personas que lo extrañarían; aquellas que tanto lo visitaron en sus últimos días. Pero había algo en su vida que le molestaba. Recordó todos los regalos que no pudo dar, a las personas que no pudo apoyar, los gustos que no se pudo dar, las decisiones que no pudo tomar, aquellos momentos en los que el dinero le obligó a tomar un solo camino; la privación. No había herencia que dejar.
-No has hecho suficiente, no has aprendido suficiente. Te has encadenado al dinero y a sus posibilidades, y no has llevado una vida significativa. Se te otorgará otra vida.
El hombre rió, entre apenado y triste. Pero entendió.
Setenta años antes, setenta años después, el hombre dejó salir su último aliento, y vio las manecillas del reloj de su habitación perder el movimiento. 
-Setenta años- dijo el hombre- setenta años y aquí estamos. Lo que se ha hecho y aprendido con las vidas otorgadas. He vivido a pleno, sin una sola privación importante ni por dinero ni por cobardía. El amor no ha faltado en mi vida, y he tocado e inspirado la vida de todos aquellos que me lo permitieron. Sin lo que he enseñado y hecho, el mundo sería muy distinto. Tras de mí quedará una herencia de conocimientos, de ideas plantadas que darán fruto a otros grandes hombres de vida significativa.
Las luces de su dormitorio bailaron, se agitaron, se deslizaron entre las sabanas y cortinas, se agruparon en una presencia luminosa que emergió frente a él, con la mano extendida en señal de invitación.