Escritos adrenalinicos de enfebrecida imaginación

martes, 22 de abril de 2008

Angeles de Hielo

Los Ángeles, cansados de la eternidad, tienden a caer solo para morir en la tierra.
Caminan entre los mortales, envidiando sus sentimientos. Pero no es hacia lo que sienten, sino lo que dejan de sentir los humanos.
Ellos, que alguna vez batieron sus alas llenas de fuego de su propia pasión, caminan con una pesada carga de nieve y hielo, que ya no los deja volar. Su enorme melancolía y tristeza, hacia un mundo superficial que los ignora, que ha dejado de verlos porque ya nadie cree.
Impotentes, afligidos, añorantes, depresivos, caen. Y, ¡HO! ¡Que Estruendo Maravilloso Cuando lo Hacen! ¡Ha Caído un Ángel! Observen, que enorme bola de fuego es. ¡Aléjense, pues seguramente Quema!
Y sobreviven, solo para existir sin pena, sin gloria, sintiendo la fría indiferencia de aquellos casi hermanos de la tierra. Es un dolor, algo nuevo, es lo insensible, lo indiferente, lo desapegado. Lo comparan con las temperaturas de las tierras más frías. Quema, y deja cicatrices en todo el cuerpo. No hay forma de evitarlo. Pronto su frió los deja sin llama, y solo quedará una pequeña estatua de hielo, a la vista desdeñosa de todos.
Y mueren. O creen que mueren, pero solo se convierten en uno más. Una mirada fría que agregar a los desolados paisajes sobrepoblados de vacíos.
Pasan eternidades preguntándose que fue de las almas que antes habitaban esas carcasas frías. O que ha sido de sus propias almas, que ahora encierran en si mismos, tras enormes muros gélidos. Tal vez, llegue el día en que alguien arda lo suficiente, para romper esas barreras. Tal vez, llegue alguien con alma lo suficientemente fuerte, para corroer hasta sus propias defensas heladas....

Hasta ese día, Los Ángeles, cansados de la eternidad, caerán solo para morir en la tierra, y ser humanos indiferentes.