Escritos adrenalinicos de enfebrecida imaginación
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martes, 17 de julio de 2007

Capitulo 3 "Ojos Verdes"

"Ojos Verdes"

-Le disparaste.-
Su voz suena tan tranquila, y yo estoy tan asustada. No se que hacer, estoy... estoy tan confundida. Su abrazo es tan firme, él nunca fue fuerte, ni es muy grande, pero su hombro esta a la altura exacta en la que puedo reposar mi cabeza sobre el, y sus brazos me sostienen con tanta seguridad, que siento que nada ni nadie puede alcanzarme. Miro por un segundo su distante rostro, tratando de descifrar que esconde tras esos anteojos y ese uniforme de conductor, pero me desvio, temerosa de encontrar la respuesta que deseo.

-Esta bien. Yo te cuidaré. No te preocupes. -Atónita, escucho su respuesta y apenas si me contengo. Todo en él me trae confianza, la tranquilidad de su voz, la mirada paciente a través de sus anteojos, el perfume que siento mientras hundo mi nariz en su cuello, aguantando el llanto, escuchando su corazón latir cerca de mis manos entrelazadas sobre su pecho.
-Ahora, dime que pasó. Por favor.
Me tomo unos instantes, escondiendo mi cara en su hombro, no quiero verlo a los ojos, y sentir ese deseo, ni saber lo que piensa. Empiezo a hablar entre sollozos, algunas veces murmurando, otras veces acelerando histericamente.
"Fui al despacho de mi padre. Nunca pensé.. nunca pensé que él... Entré en su oficina, y traté de esperarlo sentada, pero estaba muy alterada. Y él... entró desesperado, lleno de pánico y nervios, murmurando cosas incomprensibles. Traté de preguntarle que sucedía, contarle que me había pasado, pero él, él me no escuchaba. Él solo quería salir de ahí. Revisó los cajones de su escritorio, de forma tan desenfrenada que al no encontrarla los arrojaba... Revolvió los papeles, las carpetas, las fotos, todo, una y otra vez en el piso, hasta que un momento la encontró, y se quedo quieto, mirándome. Arrodillado sobre una pila de papeles, con esa... esa... mirada, llena de arrepentimiento, de nervios, de pecado... Yo... no sabia que hacer... él.. temblaba mientras la sostenía, su caja de habanos... Dijo..."Lo siento, no quise, realmente no quise. Pero, así fue. Tuve que hacerlo. No me quedó opción."
Entonces él entro, con su rabia imparable, su sed de venganza. Jamas había visto a nadie así... yo no entendía.. no entiendo... que sucedió.. porque lo hizo... Entró, apuntando su arma, hablándole a mi padre...Nunca me sentí tan asustada...
-¿Crees que puedes traicionarme de esa forma? -Su voz sonaba tan fuerte, tan grave, casi como si gritara.
-¡No! nunca quise... no tuve opción, yo debía... ellos.. solo.. Dios, lo siento tanto... -El débil balbuceo nervioso de mi padre no serviría de nada. Ese hombre se había convertido en un demonio sediento de muerte.
-Muere.-Fue todo lo que dijo. Era... era como una niebla densa, tan.... oscuro, y tranquilo. Él.. él iba a matarlo.. sentí... pánico.. tenia que hacer algo.. Tomé el perchero y lo golpee en la cabeza con todas mis fuerzas... ¿Que podía hacer? Era mi padre! Aproveché el momento de confusión, tome el brazo de mi padre y salí corriendo. Estaba tan preocupada por él, estaba tan viejo. Apenas si llegamos al elevador del pasillo y el ya jadeaba, con la vista fija en la cajita de madera que sostenía con sus inseguras manos.
Entonces.. entonces él... me empujó dentro del ascensor.
-Perdón... Perdón... pero debes huir... ahora.. dejame aquí... no importa.. vete...
Y lo vi... parado allí.. con la mirada tan triste, y arrepentida. Y me di cuenta, sentí que el iba a...Las puertas se cerraron. Me sentí desesperada, allí, arrojada sobre el piso del ascensor. al lado mio.. la caja.. la caja estaba conmigo. Yo sabia lo que papá guardaba allí, nunca me gustó. La tomé... y presione el botón para abrir las puertas, tomaron una eternidad para abrirse. No creía lo que estaba haciendo.. lo que estaba apunto de hacer... Apunté con el arma de papá hacia adelante. Estaba temblando de miedo. Cuando por fin se abrieron, lo vi en piso, de espaldas a mi, temeroso, pero todavía con vida. Pude observar cuan nervioso estaba por el cuello de su saco mojado en sudor. Tenia la mano levantada intentando protegerse, pero el otro... estaba encima, apuntandole, golpeándolo... Yo... vi... vi... la sangre y... me quedé quieta.. mirándolo a los ojos.. sus ojos.. llenos de dolor, de furia. Y él... debió haber visto el arma de papá en mis manos, y reaccionó. Intento dispararme pero yo... me entró pánico.. hizo un movimiento brusco y yo... disparé primero. Empezó a brotar sangre, y mi visión comenzo a desenfocarse.. se torno difusa, borrosa... Algo.. caí de nuevo en el elevador, enferma, mareada, a punto de desmayarme... no podía creerlo, era la segunda vez que debía dispararle a alguien..."
-Oí un grito... -Los pelos se erizan de solo recordar ese momento, y me invade la tristesa. Si no estuviese abrazada a sus reconfortantes brazos, romperia en llanto. -Oí un grito de mi padre. Y dos disparos más. Cuando el elevador se detuvo en planta baja, no supe que hacer. Corrí, corrí lejos. ¡Lo abandoné! ¡Lo dejé allí, a merced de ese.. ese.. asesino..!
-Esta bien. No te preocupes. No tuviste opción.- dice él, mirándome a los ojos, a mis verdes ojos, llenos de lágrimas, inundados de pena y tristeza, y acaricia mis cabellos, tratando de calmarme. -Ya está hecho. Estas segura aquí, conmigo. Solo... descansa. Te sacaré de aquí, te llevaré donde sea seguro.
Apenas puedo creer cuanto me atrae. Él, siempre tan amable, tan educado, sus manos siempre conduciendo el auto de papá, siempre llevándome a lugares seguros. Su dulce voz, su silenciosa y tranquila compañía, su rostro sereno y atractivo, tan cerca.. tan cerca al mio... sus labios... solo a unos pocos centímetros... Mis manos sobre su pecho sienten su corazón, por primera vez acelerado, mientras nuestros sentimientos se unen liberando pasiones. Cuando él termina de besarme, mi pena es tanta que las lágrimas brotan sin control, y mi sollozo se convierte en llanto. No necesito verlo, para saber que su mirada esta baja, para notar la tristeza de sus pensamientos. Por alguna extraña razón, ya no me preocupa nada. Solo me dejo llevar, ardiendo a cada beso, cada caricia, cada mirada suya, dejando pasar la noche en bajo el entumecimiento de mi apetito por su amor, satisfaciendo cada delirio de mi alma, supliendo mi sufrimiento con la felicidad que me otorga.

Despertamos en la mañana, la habitación del hotel esta azul por el tardío amanecer, y una espesa niebla cubre cada rincón visible de la ventana. El me acaricia, y se viste en silencio. Un minuto mas tarde, hago lo mismo. Cuando termino de arreglarme, lo encuentro sentado en la cama, con la mirada fija en una cajita de madera, perfectamente decorada, con la tapa de dorados rebordes abierta.
-Deja esa arma, y huye conmigo. Por favor... -digo, y cierro la cajita mientras lo beso despacio, pero él... esta diferente.
Sin una palabra, bajamos a la puerta del hotel. El abre la puerta de un taxi, y me dice algo al oído.
-Sube. Toma un tren, yo te seguiré luego. Te quiero, pero debo arreglar algunas cosas si queremos huir.
Su mirada... es tan igual a la de mi padre, en el ascensor. Esa mirada apenada, triste, casi arrepentida. El taxi se aleja, adentrandose en la niebla. Y yo solo puedo mirar atrás, preguntándome si lo volveré a ver, deseando decirle que lo quiero, que vuelva a mi. Lo veo desaparecer entre la niebla, escondiendo algo. ¿Habré llegado a tiempo esta mañana, para impedir que tomara su arma? Una lagrima asoma por mi mejilla, mientras yo ruego que el destino no lo encuentre, ese triste destino de aquellos que se sacrifican para proteger a alguien.

sábado, 14 de julio de 2007

Capítulo 2 "Memoria de Traición"

"Memoria de Traición"

El mareo es tan grande que apenas me percato de estar sentado. No puedo ver bien, ¿Donde deje mis anteojos? tal vez en suelo... Aquí están, al lado del freno. Hay vidrios rotos por doquier, y ¿esto es un volante? Debo haber chocado por esta densa niebla. Todo el cuerpo me duele, y tengo la senasación de que mi cabeza se comprime. Todavía corre adrenalina por mis venas, puedo sentirlo, mis manos tiemblan nerviosamente mientras trato de colocarme los anteojos. La puerta del auto se abre facilmente, y tan pronto como coloco un pie fuera del vehículo, me doy cuenta de que no llegaré lejos, no con esta herida de bala en mi pierna... un momento... ¿me dispararon? ¿Quien? ¿Cuando? Me levanto, sosteniéndome con mi mano sobre la puerta. Algo esta mal. Estoy aterrorizado, quiero largar a correr, pero.. hay algo... que me retiene, algo más que el malestar en mi mente y el zumbido en mis oídos. Debo hacer algo, detener a alguien. ¿A Quien? ¿Por qué? Miles de preguntas surcan mi mente a punto de estallar, y lo único que puedo pensar es en esos atrapantes ojos verdes... ¿A quien pertenecen? A ella... Si.. la recuerdo bien, es tan hermosa. Recuerdo... recuerdo su bello rostro, ¿arrepentido?, no, apenado, la culpa no era suya. Tengo que impedir que él... ¡Eso es! Mi arma, ¿donde la habré perdido? No esta en el piso, por mas que revuelva los cristales rotos, ni en el asiento trasero. ¿Donde esta? ¡La necesito! ¿Donde esta? ¡En mi abrigo! En el bolsillo... La fría piesa de metal negro esta demasiado liviana, aún para lo pequeña que es. Chequeando el cargador solo quedan dos balas. ¡Maldición! ¿Por qué parece estar todo en mi contra? Es el precio de mi traición... No importa, necesito encontrarlo, necesito detenerlo. Pero, ¿Donde estoy? ¡Maldita Niebla! No puedo ver nada. Debo hacer memoria, rastrear mis pasos, tal vez así... Recuerdo... Recuerdo la puerta del hotel, recuerdo subirla a un taxi y despedirla, sus tristes ojos verdes, la lágrima en su mejilla, la manera en que su mirada me dijo "lo siento, vuelve a mi por favor", sin mencionar un sola palabra. Ella desapareció en la neblina mirando hacia atrás, sin saber que yo tenia un arma escondida bajo mi abrigo, y que tal vez no pueda volver a verla. Tal vez sin saberlo, pero sintiéndolo. Me quedé en la puerta del hotel, dentro de mi auto, nervioso. Yo debía disparar primero, debía aprovecharme de su indecisión...

¿Que pasó después? Comienzo a caminar, renguenado, tratando de sostener mi pierna, mirando a través de mis rajados anteojos hacia la callejuela tratando de ubicarme, pero la niebla azul es demasiado densa.
¿Que pasó después? Él entró al hotel, y yo me bajé rápidamente del auto a esperarlo a que salga. Sostenía mi arma en la mano, el arma que él me había regalado hace un tiempo ya. Tenía que convencerlo de que desistiera, de que esto no tenia sentido. De otra forma...
Salió del hotel, usaba un traje gris y sombrero acorde que aunque escondían sus ojos, yo sabia que me observaba con rabia. Pasamos un par de minutos en un aura tensa, hasta que por fin hablé.
-Detente.
-No me traiciones. No ahora. -dijo lentamente, con su voz autoritaria, ronca y feroz.
-Por Favor, hazlo. No tiene importancia ya, ella huyó. No quiero..
-No quieres ¡¿Que?! Le advertiste, me traicionaste.
Yo.. titubié.. no pude.. no pude dispararle bien... Simplemente saque el arma, cerré los ojos, y apreté el gatillo... una y otra vez.... ¿Como pude hacerlo? ¿Como pude dispararle? Aún si se había convertido en un demonio de venganza, él había sido mi amigo. Los sonidos de ambas armas sonaron uno tras otro como gritos desgarradores. ¿Como pude traicionarlo a muerte, a él, a quien me había dado su sangre? Sentí un dolor punsante en mi pierna, y la calides de mi sangre fluyendo hacia mi pie. Abrí mis ojos y vi mi arma humeante, distorsionada por la adrenalina que llenaba mi cuerpo, y por el nervioso temblequeo de mis manos, y corrí. Lo abandoné. Subí como pude al auto, y perdí valiosos minutos en estado de shock, con ambas manos en el volante, antes de darme cuenta que debía encenderlo y salir de allí. Con pánico, me concentre en tomar las llaves y girarlas hasta que encendiera. El rugido del motor se volvió sordo y uniforme, mientras yo me percataba de que él pasaba a mi lado en su auto. Solo pude pensar que el estaba tras ella. Pise el acelerador. Todo se volvió tan confuso. Yo solo trataba de golpear su auto, sin importarme quien o que se atravezase en el camino. Pero no podía ver nada, la velocidad, la adrenalina, mi imperfecta visión. Pasamos tantas calles, tantas curvas, esquinas.... Recuerdo un instante, donde todo pareció congelarse, cuando por fin pude chocarlo de costado, y la forma en que me miraba. Había rabia en sus ojos, rabia hacia mi, hacia el traidor. Si tan solo hubiese podido decirle cuanto lo sentía... Pero el debía ser detenido. Y así fue... Lo avente contra la vereda, hasta que ya no lo vi a mi lado, y luego... choqué.
Ahora lo recuerdo. debe estar por aquí, en algún lado, buscándome. Él no lo sabe, no sabe donde esta ella. Ya casi amanace, y esta niebla no se dispersa, igual que mi dolor. Mi pierna ha sangrado mucho, y no puedo evitarlo, no sin soltar mi arma, y la necesito si quiero detenerlo. Solo me resta esperar, sobre este puente, apoyado en este farol, a que él me encuentre. Y espero ser yo, quien dispare primero.
Triste destino, el de aquellos que pagan por su traición. Triste destino el de aquellos que traicionan, aún por amor.

jueves, 12 de julio de 2007

Capítulo 1 "El Puente"

"El Puente"

Estoy parado en un puente, una vez mas, cerca de donde empezó. La niebla y el alba tiñen todo de un azul oscuro que presagia los segundos que quedan de mi vida. Miro atrás y apenas lo entiendo. Trato de razonar que haré, que debo hacer, y que espera él que haga, pero el dolor es demasiado. La herida en mi pierna me ha hecho perder demasiada sangre, y seguramente me veo pálido y ojeroso. Traté lo mas que pude de sostenerla con mi abrigo negro sobre el corte, pero no logré detener la hemorragia, no si debía utilizar mi mano izquierda solamente (mi mano derecha sostiene la única esperanza de arreglar esto, una Beretta con dos balas de 9mm).
¡Ho! estúpido mi, ¿como lo has permitido? Escucho pasos, del otro lado del puente, donde dejé mi auto inservible. Espero todavía poder apuntar, aún con los golpes en mi frente, con mis anteojos rotos, y con el mareo. ¡El mareo! Es tan fuerte, temo no poder resistir mas.
¡Aclárate niebla de una vez! Levanto mi mano y estiro mi brazo, mientras ruego no tambalear del fuerte apoyo que me da el único farol de luz (que ya no funciona en esta hora del amanecer, pese a la maldita niebla que lo cubre todo.)
Muestrate! ... ¡Cobarde! traidor... Tú....
Mi mente se inunda de recuerdos... ¡No! Déjalos a un lado. No te servirán. Detenlo. Sea quien sea. Debes detenerlo. No puedes... simplemente dejarlo. Pero prometí... Prometí mas cosas de las que podría cumplir. ¿Que harías tú en mi lugar? Debo romper una de las dos promesas.
Los pasos, el también esta cojeando.
-¡Venganza! Estoy aquí para obtener mi venganza, y !¿Tú te atraviesas en medio?! -Su voz suena seca, ronca y severa. No puedo verlo, pero se que esta herido también. No debo vacilar. El tampoco lo hará. Esta tan decidido... ¿Donde está? Maldita niebla azul. ¡Esto es París, no Londres!
-Llamas mi nombre como traidor a la niebla, como si tuvieses derecho a negarme mi Vendetta. ¡Tú eres quien traiciona la sangre que doné en amistad! ¿Es que acaso te has olvidado?
El hombre no es mi enemigo. Nunca lo fue. Pero... debo detenerlo, nos hemos cruzado erróneamente... esos verdes ojos.. no puedo dejarlos. No, no ha merced de el monstruo en que se ha convertido, sediento de una revancha inútil.
-Dejala. -Maldita sea, estoy tratando de imponerme, pero sueno tan débil.- No lo harás. No lo necesitas. Ella... ya se fue. Y nunca la encontraras. No te muestres. Simplemente... retrocede. ¡Hazlo! Renuncia a esta matanza. Antes.. antes de que ambos estemos...
Tristesa. Sangre. Rencor. Familia. Rabia. Amistad. Todo lo que pensé que importaría se ve reducido a una simple acción. Puedo verlo, através de la linea de los cristales quebrados de mis anteojos. Dejo que mi cuerpo se desplome hacia abajo. Ahora, mas estable, sentado con la espalda sobre el farol, puedo hacerlo. Solo debo presionar...
El ruidoso grito de disparo se escucha en eco, y el humo de dos armas idénticas se camufla en la densa niebla azul. Pierdo rápidamente la conciencia, pues la bala atraviesa mi frente. Veo mi cuerpo, sentado, con ambas manos a los costados, la cabeza hacia atrás, mi frente llena de sangre, y mis anteojos tan rajados, que por suerte impiden que vea mis propios ojos. Mi alma sera juzgada pronto, pero antes me permitiré observarlo tambalear, sujetandose el cuello en silencioso sufrimiento, en un intento por retener la sangre, o tal vez por el dolor. Nunca quise nada de esto, y ya no me importa. Veo en otra dirección, en un tren a kilómetros de este puente y esta maldita niebla del alba, hacia sus ojos verdes, su cabello oscuro, y su rostro de perdón y arrepentimiento, que causaron mi contradicción, mi traición, que tuviera que tomar la decisión de mantener mi honor y mi amistad, o perder la vida en desgracia, por amor.
Triste destino el de aquellos que aman y odian, odian y aman.