Escritos adrenalinicos de enfebrecida imaginación

jueves, 9 de agosto de 2007

EL Desierto del Ilusionista


"El Desierto del Ilusionista"
El sol calentaba el desierto de una forma insoportable. Caminó cuanto pudo, preguntándose a si mismo como había llegado allí, en que momento se había equivocado tanto. Le costaba colocar un pie delante del otro, y el calor se hacia cada vez mas intenso. Hacia ya días que caminaba sin cesar. Levanto su débil mano, y trato de acomodarse el turbante y la túnica rojas que llevaba, pero en vez de eso, terminó por desplomarse boca arriba. Observo el cielo en un estado casi inconciente. ¿Como había terminado así, solo, muriendo, sin esperanza, y encerrado en un lugar donde no importase cuanto caminase, ni en que dirección, nunca saldría? Trato de pensar en algo que le diese ánimos, pero se encontró pensando en si mismo. ¿A cuantos había ayudado él, a cuantos les había dado una razón para vivir, una esperanza, una ilusión? ¿Por cuantos habría puesto su vida sin pensarlo? Recordó un dicho de un payaso del que todos quieren reírse, del cual todos esperan que los anime, que les haga olvidar sus problemas, pero al cual nadie nunca quiso hacer reír, al cual jamás alguien le dio la dicha que él repartía. ¿Donde estaban todas esas personas que el esperaba? ¿Esperaba el, acaso, que alguien lo ayudara?
-Una nube… Por favor... una gota de agua... lo pido... quien sea.. -Murmuro sin fuerzas. Pero no hubo ni una sola respuesta, y el calor era tan fuerte que sus dedos empezaron a quemarle. Se encontró a si mismo solo. Solo. Nadie enviaría por él, nadie lo buscaría, nadie siquiera lo extrañaría. El sentimiento se hizo aún más insoportable que el calor. Sintió que algo moría dentro de si... algo que él siempre pensó que estaría con el... -¡HAAAAAAAAHAAA! - Antes de darse cuenta, ya se encontraba de pie, gritando al viento con bronca, con todo su odio, con todo su enojo. Algo había muerto dentro de él, si, pero en su lugar creció la desesperación, la soledad y la ira. El único cimiento capaz de sostenerlo, capaz de darle la energía suficiente para colocar un pie delante del otro, pasase lo que pasase. Y así comenzó a avanzar. Una y otra vez, coloco un pie delante de otro, insultando, maldiciendo, y haciendo crecer lo único que hoy podría ayudarlo. Camino. Y cuando no pudo caminar, se arrastro. Y cuando ya ni siquiera pudo arrastrarse, grito hasta quedarse sin fuerzas, pero jamás dejo de seguir. Era cierto, el desierto cambia a los hombres de una forma impensable. ¿Como se había convertido él, que era tan bueno, desinteresado, y esperanzado, en alguien con tanto odio, repulsión y desesperación? Si la vida no le otorgaba más que heridas, dolor y tristeza, él no devolvería más que caos, odio y decepción. Y Siguió. Incierto de su futuro. Lleno de odio. Sabiendo que el hombre que había ingresado al desierto, con una esperanza de amor, había muerto. Solo. Y que él odiaría por siempre al hombre que ahora habría de sobrevivir."

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